La policía sigue la pista de las drogas para esclarecer la muerte de David Kennedy
Las autoridades judiciales norteamericanas siguen la pista de las drogas en la investigación sobre las causas que provocaron la extraña muerte en Florida del joven David Kennedy, de 28 años, hijo del senador Robert Kennedy, asesinado en 1968 y miembro del poderoso clan familiar norteamericano.
La autopsia practicada ayer al cadáver de David mostrará las causas reales de su muerte en un plazo de tres a siete días, pero los investigadores no descartan que la muerte se produjera por un acto criminal, como afirmó el sargento Henry L. Marchman, del equipo investigador.El difunto hijo del senador Robert Kennedy, que era asimismo sobrino del presidente norteamericano John F. Kennedy, asesinados en 1968 y 1963, respectivamente, ocupaba un apartamento con dos estancias en el primer piso del hotel-Brazilian Court, de la ciudad costera norteamericana de Palm Beach, donde David Kennedy pasó sus vacaciones de Pascua.
En la mañana del miércoles, la conserjería del hotel recibió una llamada de larga distancia desde Mc Lean, donde la familia de David tiene una residencia. Desde allí algún miembro de su familia preguntaba extrañado si David se hallaba aún en el hotel, ya que ese miércoles, según anunció previamente, debería estar de regreso en el domicilio familiar.
Elizabet Burnett, una empleada del hotel, acudió inmediatamente a la habitación que ocupaba David. Nadie respondía. Lo halló tendido boca abajo sobre su cama. Estaba muerto.
Destino dramático
La opinión pública norteamericana ha visto en este caso una macabra perpetuación del sino dramático que ha castigado a algunos de los miembros de este poderoso clan. Las tragedias comenzaron ya en 1944, con la muerte en combate de Joe, primogénito de la familia formada por el ex embajador norteamericano Joseph Kennedy, de origen irlandés, y de su esposa Rose, que hoy cuenta 93 años.Una semana después de la muerte de Joe, tío carnal de David, Kathleen, hermana de aquél, murió en un accidente cuando viajaba en avión con dirección a Europa. El 22 de noviembre de 1963, John F. Kennedy, presidente de EE UU, tío del infortunado David, era asesinado en la ciudad tejana de Dallas en una conjura hasta el momento no aclarada.
Cinco años después, cuando Robert Kennedy realizaba campaña electoral por la nominación presidencial demócrata en Los Ángeles (California), y mientras su hijo David, de 13 años recién estrenados, contemplaba complacido por televisión, en directo, a su padre, el flamante senador, pudo ver cómo Shirhan B. Sirhan, un joven árabe, le disparaba a quemarropa. Robert Kennedy no agonizó. Murió instantáneamente. El día anterior, Robert Kennedy había salvado la vida de su jovencísimo hijo David, atrapado en el mar por una potente resaca en las costas californianas de Malibú.
El asesinato de su padre tiñó de drama la vida del muchacho, que comenzó una carrera sin retorno por la senda de las drogas.
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