'Ella, él y sus millones', la alta comedia
En sustitución de la anunciada La torre de los siete jorobados, de Edgard Neville, que debía haber sido hoy incluida en la selección que sobre el cine de la posguerra viene realizando Fernando Méndez-Leite en su programa La noche del cine español, se emitirá hoy de nuevo Ella, él y sus millones, que dirigió Juan de Orduña en 1944 sobre la obra Cuento de hadas de Honorio Maura y Gamazo. La razón de tal cambio estriba, al parecer, en que no han podido ser localizados los propietarios de los derechos de emisión de la película de Neville, circunstancia que sorpresivamente se presenta con excesiva frecuencia en el cine español: la ausencia de una auténtica industria condicionó que muchas veces las películas españolas se realizaran en términos artesanales y que los herederos de sus derechos se hayan alejado tanto del mundo del cine que se haga prácticamente imposible su localización.El programa previo a la emisión de la película será, sin embargo, idéntico al previsto y, en consecuencia, el homenaje que cada semana se le brinda a un actor sigue correspondiendo en este caso a Guillermo Marín, que no interviene en esta película. Su trabajo en La Torre de los siete jorobados hubiera merecido, en cambio, el justo homenaje que el programa le preparó. En su lugar, otros famosos secundarios del cine español aparecen en Ella, él y sus millones.
No hay duda en señalar que, entre ellos, José Isbert y Guadalupe Muñoz Sampedros destacan por encima del conjunto. En su habilidad, su sentido del humor, su modestia, se encierran los mejores aciertos de esta presunta alta comedia que Juan de Orduña se planteó en épocas muy cercanas o similares a las llamadas del hambre. "El gran mundo" que en esta película se reflejaba, probablemente tuviera relación con el que existía en aquella época en ciertas clases sociales pero, en cualquier caso, distaba mucho de corresponder a las exigencias que hubiera mostrado el público popular del momento de no haberse dejado fascinar por la mítica del lujo cinematográfico.
Ella, él y sus millones se asemejaba en su primer aspecto a las comedias norteamericanas de Ernst Lubitsch, aunque, sin necesidad de llegar a su fondo, distaba tanto de aquella elegante perversidad o de la sutileza con que Lubitsch caricaturizó los ya anacrónicos tics aristocráticos que, incluso, resulta exagerado el comentario de Pérez Gómez y Martínez Montalbán en su Diccionario de directores cuando dicen que Orduña "no llega ni siquiera a la altura de Capra".
Los actores protagonistas, y muy especialmente Rafael Durán, tan almibarado, presuntuoso y teatralizado que, contemplado hoy sorprende su éxito de antaño, traicionaron la posibilidad de que esta película se asemejara a las elegantes piruetas que el cine norteamericano hizo sobre sí mismo en la década anterior. En este caso, cabe señalar la excepción de Josita Hernán, una curiosa figura del cine de posguerra, rubia, menuda, de voz aguda, con aspecto de niña desamparada que, paradójicamente, no ha pasado hambre, que hizo verosímil ese absurdo mundo de "jovialidad, optimismo y buenas intenciones" que admirativamente señalaba el crítico Luis Gómez Mesa.
También en Historia del cine español de Méndez-Leite Von Haffe se celebra con entusiasmo Ella, él y sus millones al hablar de "luminosas imágenes", "impecables decorados", "estupendo comentario musical", "interpretación a gran altura", "magnífico equipo de intérpretes", "espléndida realización"... Es cierto que, comparada con sus contemporáneas, esta película de Orduña supuso una ambición poco frecuente en un panorama de comedias que se conformaban con el reflejo de mundos inasequibles para complacer a un público con sequía de importaciones. Aunque también era mítico el que reflejó este filme de Juan de Orduña, la coartada de que se trataba de una imitación de un cine ya consagrado por el país que evidentemente iba a ganar la guerra concedió cierta gracia en las situaciones, una complicidad que elevó el producto.
Ella, él y sus millones se emite hoy a las 22.20 por la Segunda cadena.
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