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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un acuerdo tardío

EL ACUERDO alcanzado en la madrugada del miércoles entre representantes del Instituto Nacional de Industria (INI), las federaciones del metal de CC OO y UGT y el comité de empresa de Altos Hornos del Mediterráneo (AHM) puede poner fin a, un largo contencioso, rico en conflictividad y crispaciones. Trece meses y la destitución del más alto responsable público del sector siderometalúrgico, amén de varios heridos, innumerables asamblea! y movilizaciones y, en el fondo, un profundo deterioro del propio Gobierno puede ser el primer balance del proceso de reconversión en la siderurgia de Sagunto.Al margen de las dudas que algunos tengan sobre la conveniencia de la decisión de cerrar la cabecera de Altos Hornos del Mediterráneo, decisión que parece inevitable, no obstante, para la. modernización de nuestra industria siderúrgica, queda la pregunta de si un acuerdo como el alcanzado el miércoles no hubiera sido posible, con un menor coste social, hace un año. Sindicatos, INI y comité de empresa han coincidido en que el acuerdo es satisfactorio. Sin embargo, no parece exportable a otros procesos de reconversión hoy en marcha. Las garantías que, a distintos niveles, se establecen para los trabajadores afectados serán difícilmente aplicables en el sector naval, por ejemplo, en el que los excedentes son cuantitativamente mayores.

El total de excedentes en la acería saguntina, como consecuencia de su cierre, está estimado en tomo a los 1.700 trabajadores. De ellos, 1.200 rebasan la edad de 55 años, con lo que pasarán directamente a los fondos de empleo, hasta la jubilación anticipada. Quedan 500 trabajadores, a los que habrá que recolocar, según el compromiso asumido por el INI en el texto firmado el pasado miércoles. La cifra, sin embargo, se reduce si se tiene en cuenta que las inversiones previstas en el tren de laminación en frío -uno de los más modernos de Europa- va a requerir un contingente importante de mano de obra. A los restantes se espera colocarlos en las empresas que se asienten en Sagunto. La Empresa Nacional de Fertilizantes (Enfersa), con casi total seguridad, podrá, por sí misma, absorber este excedente. Pero hay que preguntarse sobre la oportunidad de instalar una nueva planta de fertilizantes cuando este sector atraviesa una dura crisis que, entre otras cosas, se caracteriza por un exceso de producción. ¿Puede correrse el riesgo de desnudar a un Sagunto para vestir otro?

Todas estas posibilidades de arreglo, previsiblemente, se conocían hace un año; cuando menos, parecería una grave irresponsabilidad que se hubiera planteado la reconversión de AHM sin haber cuantificado a la vez el impacto sobre las actuales plantillas y las previsiones de empleo. Por eso, tanto los responsables de los sindicatos como los de la Administración deben explicar al país por qué no fue posible hace meses un acuerdo en los mismos términos del firmado ahora.

Durante los últimos 13 meses se ha resentido la autoridad y la credibilidad de un Gobierno que ha amenaza de, sin cesar, y sin cumplir nunca sus amenazas. Trece meses en que, cuando se hacían públicas declaraciones de la urgencia de la reconversión, se retrasaba uno de sus primeros objetivos, y en los que unos y otros han crispado una situación que posiblemente hubiera podido resolverse con menor coste social y político. Habría que preguntarse qué hubiera pasado si hace un año se hubiera adquirido el compromiso, como se ha hecho ahora, de que la reconversión en Sagunto no costaría un solo despido.

Por otra parte, la actitud de los negociadores no ha sido en muchos momentos clara. CC OO ha mantenido una postura a ultranza del mantenimiento de la cabecera, aun sabiendo que la decisión de cierre era irreversible, y todo indica que en la base de esta posición anidaban intereses más políticos que sindicales: más de combate al Gobierno que de defensa de los trabajadores. El empecinamiento, primero, sobre la exigencia de un tren de bandas en caliente para Sagunto, y sobre el mantenimiento de la cabecera, después, ha impedido al sindicato aceptar la negociación en otras áreas en las que, posiblemente, hubiera obtenido mayor rentabilidad.

Unión General de Trabajadores, por su parte, aunque ha sido la organización que mayor serenidad ha demostrado en todo el proceso, no tenía la fuerza suficiente como para llevar adelante un acuerdo que la propia torpeza de la Administración ha impedido. La actitud del Gobierno tampoco ha contribuido demasiado a acelerar el proceso. Se tomaron demasiadas decisiones precipitadas, posteriormente anuladas, que han fortalecido las posiciones de los otros interlocutores. Así las cosas, el acuerdo de AHM, aunque no sea aplicable a otros sectores en reconversión, sí parece ser un ejemplo de cómo no han de llevarse las negociaciones.

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