_
_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los ordenadores

A Mario Bunge se le ha ocurrido comunicarnos la existencia de una "nueva religión", en la que los ordenadores constituyen el objeto del culto (véase EL PAÍS, 24 de marzo de 1984). Cita entre los adictos a la nueva religión a científicos, ingenieros y administradores, entre otros. Arguye Bunge que los artículos de fe de la susodicha religión son: a) los ordenadores pueden hacer cuanto hacemos los humanos, y mucho mejor; b) el cerebro no es sino un ordenador; c) los ordenadores terminarán por dominar al hombre.Nada más fantástico. Los lectores pueden dormir tranquilos. Ninguno de nuestros colegas, ninguno de nuestros alumnos de escuelas o facultades técnicas o científicas, ninguno de los profesionales de la informática, ninguno de los cada día más abundantes ciudadanos de cualquier edad y condición que maneje un ordenador personal, profesa los citados artículos de fe, así que difícilmente pueden creer en esa religión, y menos propagarla. Las argumentaciones de Bunge contra estos artículos, aunque correctas, son incompletas, pero sobre todo obvias y, por consiguiente, gratuitas.

Evidente es, sin embargo, que el ordenador -en nada semejante al cerebro humano- posee capacidad para realizar sobre la información determinadas operaciones elementales con mayor velocidad, seguridad e infatigabilidad que el cerebro, por lo que, debidamente dirigido por instrucciones que éste idea, lo potencia extraordinariamente en ciertas posibilidades operativas. Además, el ordenador puede ser conectado con toda clase de sensores, máquinas y medios de comunicación física de la información. Para resumir, los ordenadores, programados por los hombres, son capaces de realizar bastantes tareas mucho mejor que la mayoría o que la totalidad de los hombres, pero, al tiempo, son incapaces de otras que están al alcance del más torpe de los hombres.

Más que una religión, lo que sí hay que reconocer que crece es un sentimiento de confusión en cuanto a las mejores formas de aplicar los ordenadores, y también una sensación de perplejidad en lo tocante a sus consecuencias sociales. Problema nada trivial.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

En todo caso, con respecto a los ordenadores se podrá hablar de manía, de moda, de presión tecnológica: de todo, menos de religión. Al menos, no en las términos en que la describe Bunge. / Catedrático de Cibernética y Ordenadores.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_