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Tribuna
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El enemigo público número uno

Una televisión alternativa, TV3, torpemente hostigada por la televisión del Estado, ha dispuesto de un cierto tiempo ya para enseñar sus plumeros, en el mejor sentido de la expresión. Y observo que se trata de una televisión homologable, en sus virtudes y sus defectos, con cualquier otra televisión accidental. Para los españoles que no habitan en Cataluña les diré que TV3 tiene un buen nivel informativo, sobre todo en los programas especiales, en los que, en ocasiones, ha superado en cantidad y calidad a los de la televisión central. Por ejemplo, el espléndido programa dedicado al 23-F.Dicho esto insistiré en lo de la homologación occidentalista, demostrable no sólo por tratamientos o niveles técnicos, sino también por una política de contenidos explícitos y subliminales casi siempre comprados en el mercado de las ideologías defensivas de lo occidental. Por ejemplo, la serie Els professionals (Los profesionales), de patente inglesa, se inició con la historia de un pacifista tan fanático tan fanático que está dispuesto a envenenar a media Gran Bretaña contaminando un lago si no se atienden sus demandas de desarme mundial. Los agresores modernos se convierten en los villanos de esta serie, y dentro del mismo fichero están los pacifistas ultras y los traficantes de droga, los radicales fanáticos y el capo del delito organizado en una sociedad paralela.

No hay que rasgarse las vestiduras ni exagerar, como en otro tiempo hemos hecho, sobre la perniciosa influencia de la televisión como transmisora de valores, mitos y símbolos de la conciencia dominante, es decir, del sector de conciencia universal que se corresponde con los intereses de dominación del centro del imperio. Es curioso que una televisión alternativa como TV3 se apunte desde el primer día al descrédito del pacifista, nuevo enemigo público número uno de la razón del sistema. TV3 ha entendido así su contribución a la defensa de los valores atlánticos y merece un lugar de honor dentro de la Reserva Espiritual de Occidente.

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