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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'En un lugar solitario', una violencia desoladora

Nicholas Ray se forjó como cineasta en el teatro. Hollywood le contrató en 1947 tras comprobar que su labor teatral, que hunde sus rdices en las del legendario Group Theatre neoyorquino en los años treinta, podía ser capitalizada por el cine, y esto, al parecer, lo puso de manifiesto Ray en algunos trabajos para la televisión.En sólo dos años, y con tres películas, la carrera de Ray en Hollywood pareció encarrilarse sobre un camino de rosas. Fue un espejismo que duró poco más de 10 años. Aunque el cine de Ray se ajustó a las fórmulas de la producción genérica de Hollywood, la censura industrial comenzó a detectar en ella una peligrosa tendencia del cineasta a llevar estas fórmulas hacia su molino personal. Ray no sólo tenía ideas propias, sino afición a desarrollarlas en sus filmes, y esto en Hollywood era mortal.

Los roces de Ray con la censura industrial comenzaron en su tercer filme, Llamad a cualquier puerta, rodado a finales de 1949, y se agudizaron en el siguiente, En un lugar solitario, realizado en 1950. El peculiar uso de Ray de las fórmulas del cine negro molestó a los guardiánes de la coherencia estilística de los estudios. Eran filmes, a su juicio, demasiado de Ray y demasiado poco de la marca industrial de procedencia. Por ello Ray fue poco a poco marginado de las producciones de alto presupuesto y encasillado en producciones medias, hasta que, tras su catastrófica experiencia en una superproducción -55 días en Pekín, en 1963-, la vieja hostilidad desembocó en su expulsión de la industria.

Es probable que las lupas de los censores industriales hicieran sonar sus alarmas al observar cómo actuaba Humphrey Bogart, ya convertido en uno de esos frágiles duros cuya fiereza había que conservar entre los algodones del encasillamiento, en ambas películas. En Llamad a cualquier puerta y En un lugar solitario Humphrey Bogart actuó en un registro inédito en él. Allí estaba el mismo rostro tallado y amargo, la misma gesticulación limitada pero dueña de sus propios límites, el mismo estereotipo; pero algo, una nota, un acorde, era totalmente nuevo en él.

¿Cuál es esta nota, este acorde? Hay varias maneras de describirlo, pero ésta es la más próxima a la realidad: Bogart fue encasillado en un tipo de individuo de una pieza, construido, rotundo, carente de mutaciones interiores. Pero esta condición de Bogie era incompatible con la médula del cine de Ray, en la que nadie está acabado, nadie es lo que es, nadie se cierra sobre sí mismo, porque la obsesión primordial de este cineasta gravita precisamente sobre las mutaciones de la conducta, sobre el carácter siempre inacabado de ésta y, en definitiva, sobre los delicados procesos de la evolución psíquica y ética de los individuos.

En un lugar solitario puso frente a frente a Bogart y a una actriz de vida desastrosa y de talento excepcional, Gloria Grahame. El precipitado del juego de ambos es fascinante por la sutileza y hondura del juego interpretativo recíproco, del diálogo verbal y gestual, lleno de zonas intermedias, de explosivos subentendidos, de fuerza erótica indirecta, y situado en escalas creativas mucho más complejas que las rutinas establecidas en los rodajes ya estereotipados en que intervenía Bogart, Ray, como director de actores, situaba a sus actores en otra galaxia que la que estaban habituados. Al romper, haciéndola más compleja, la imagen de Bogart, Ray cavó su fosa. Ciertos tipos de talento no entraban en las. casillas de una industria que tendía a uniformizar sus productos y no toleraba otra iniciativa creadora que la contenida en las fronteras trazadas por ella. Pero el talento de Ray era de los que cifraba su identidad precisamente en la ruptura de fronteras.

En un lugar solitario proporcionó una desoladora visión de Hollywood -un lugar solitario, superpoblado por fantasmas bastante miserables- que contribuyó a la alarma de las lupas censoras. Hoy es un filme amargo, muy bello, de violencia indirecta y desoladora, en el que el pesimismo de Ray muerde, hace presa y rompe los esquemas negros, en beneficio del propio lugar solitario de su creador, Nicholas Ray, un raro ejemplar de cineasta a contracorriente, metido en las aguas turbulentas de un Hollywood que comenzaba a mostrar los primeros síntomas de agotamiento y daba zarpazos de monstruo agonizante.

En un lugar solitario se emite hoy a las 22.40 por la primera cadena.

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