Mitterrand afirma que la negociación sobre la ampliación puede finalizar en septiembre

"Naturalmente, estos retrasos, debidos a estas cumbres, restringen los plazos", para la negociación con España, "pero espero que sea posible, entre abril y septiembre, culminar esta operación delicada. Se hará todo lo posible para ello", manifestó el presidente francés, François Mitterrand, al término de la fracasada reunión. Para Mitterrand, la fecha del 30 de septiembre para el fin de las negociaciones no ha sido puesta en tela de juicio.

Las declaraciones del presidente del Consejo Europeo hacen las veces de un inexistente comunicado final. Pero, una vez más, los 10 jefes de Estado y de Gobierno no se pronunciaron por escrito -con el impulso psicológico y político que ello conlleva- sobre la fecha de adhesión de España y Portugal. El presidente francés hizo hincapié en que los nuevos recursos financieros en la CEE -si se desbloquea el paquete global- entrarán en vigor "el 1 de enero de 1986, en concomitancia con la ampliación". Queda, pues, esta fecha en su boca. No hay que desesperar. La intentona británica de separar la entrada en vigor de los nuevos recursos de la ampliación de la CEE -temas ligados desde la cumbre de Stuttgart, de junio de 1983- fracasó, especialmente gracias al tesón de la República Federal de Alemania.

Respuesta a España

La fecha del 30 de septiembre "fue una decisión tomada antes de esta cumbre", y en Bruselas "no ha habido ninguna contraindicación", señaló Mitterrand, el cual está convencido de que "los organismos de ejecución de la CEE están perfectamente capacitados" para llevar a cabo esta tarea "con vistas a una adhesión para el 1 de enero de 1986". Para Mitterrand, la respuesta definitiva a los anhelos españoles llegará, pues, el 30 de septiembre.Lo cierto es que aún los diez no han puesto su casa en orden, entre otras razones, por falta absoluta de fondos. De ahí la importancia de la decisión de principio sobre los nuevos recursos, fiel exponenete de que los miembros de la CEE no están aún capacitados para acoger a España y Portugal en su seno. El interrogante sigue, pues, pendiente. Pero el tono de Mitterrand ha cambiado. Aunque se trata de una "operación delicada", Francia ya no cuestiona el "sí o el no" de la adhesión, como lo hizo en diciembre en Atenas.

El fracasado proyecto de comunicado final señalaba que la adhesión ha de hacerse en "condiciones satisfactorias". Persistía anoche en Bruselas la incógnita de si España presentará o no su respuesta a la CEE sobre el capítulo agrícola, respuesta que no se espera que sea radical. España, contraria al sistema de etapas o fases propuesto por la CEE para la integración del sector hortofrutícola, quiere, por una parte, acortar el primer plazo a dos años en vez de cuatro; y que el sector tenga un acceso progresivo a los fondos de garantía de precios de la CEE.

España quiere, por otra parte, garantías de protección para sus productos continentales -leche, carne, cereales-, y pide un período de transición de seis o siete años en vez de los 10 que le ofrece la CEE.

Las dificultades intrínsecas de la negociación son evidentes, y el impulso que debía recibir el proceso de esta cumbre de Bruselas no ha llegado. Una vez más habrá que esperar.

Por su parte, el ministro español de Industria, Carlos Solchaga, acudirá hoy a Bruselas para explicar, y en su caso negociar, el plan de reestructuración de la industria española con la Comisión Europea.