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José Sánchez Molina,

Fue el primer bailarín de Luis Mariano, tras escaparse de un campo de concentración en francia

José Sánchez Molina, Manuelé, se exilió después de la guerra civil, estuvo en Francia en un campo de concentración, aprendió baile español en el París ocupado por los nazis y actuó de primer bailarín con la compañía de Luis Mariano. De sus experiencias en el cine, cuenta que le dirigió Jean Renoir y rodó dos películas junto a Brigitte Bardot. En 1960 volvió a su Jaén natal, se casó y regentó una taberna, que fue el centro de reunión de toda la intelectualidad local hasta que la cerró, hace pocos meses. Ahora, jubilado por culpa de una tromboflebitis, sólo da clases de baile a su hija, de 20 años.

Cuando Jaén cayó en manos de los nacionales, el joven de 17 años José Sánchez Molina, al que todos conocían por Manuelé, tuvo que irse a Barcelona a seguir luchando por la República. En 1939 cruzó los Pirineos, junto a otros españoles."Al ir llegando a Francia nos metieron en uno de esos campos de concentración para refugiados donde la gente caía como moscas, sobre todo por unas colitis espantosas que debían producir las aguas. Pasamos todo el hambre del mundo, pues nos daban un bollo de pan y un puñadito de lentejas para 25 personas". Allí estuvo Manuelé hasta que llegó la Segunda guerra mundial. "Entonces, como los alemanes pedian mano de obra, los franceses nos mandaban a nosotros y a mí me emplearon en la construcción del muro del Atlántico".

Entre trabajo y trabajo, fue a dar con el París ocupado por las tropas nazis, y, animado por sus compañeros, empezó a compaginar las faenas en la reconstrucción del aeropuerto de Orly con la asistencia a la academia de baile español de Juanito García. Él ya tenia algunas nociones de baile y los progresos fueron tan rápidos que pronto le salió un contrato pasa actuar en Berlín con una orquesta de variedades. "Yo me negué, porque entonces la guerra estaba en todo lo suyo y a mí me daba miedo ir a Alemania. Como represalia, los nazis me prohibieron actuar en todos los teatros y cabarés".

Manuelé, que es menudo y a sus 65 años conserva aún el porte de bailarín, cuenta la historia como si le hubiese ocurrido a otro. "Al poco de acabar la guerra", prosigue, "cuando yo había hecho ya giras por varios países, coincidí con Luis Mariano en una gala para españoles; él era ya un ídolo, pero yo no le conocía. Nos hicimos amigos y me fui a bailar con su compañía en Violetas Imperiales, Bella de Cádiz y Cantor de México por los mejores teatros del mundo".

Fue la época triunfal de Manuelé en la que le llamaron los grandes del cine francés para hacer pequeños papeles. "Hice unas 20 películas y de los directores, excepto de Jean Renoir, no me acuerdo, pero sí recuerdo bien a actores como Gérard Philippe, Jean Gabin, Lino Ventura y, sobre todo, Brigitte Bardot, con la que hice dos películas.

Actuó en galas junto a la Piaff y conoció a Vicente Escudero cuando hacía Bodas de sangre con La Argentinita. Ganó dinero y lo gastó; llegó incluso, según cuenta, a alquilar un helicóptero para no llegar tarde a Bruselas a una cita.

En 1960, su hermana, el único familiar que le queda, le escribe sugiriéndole que vuelva a España y se haga cargo de la taberna de su padre. "Tenía yo entonces 41 años y en el baile iba a dar poco de si, así que decidí retrirarme antes de que me retiraran. Volví, pero me arrepentí muchas veces, porque en el 60 éste era aún un país muy difícil". Conoció a una morena en la que veía su ideal de andaluza, y se casó con ella; antes no había pensado en el matrimonio, porque "en aquella época yo era libre y no quería complicarme la vida".

Dio clases de francés y puso un estudio de baile, pero acabó dedicándose a la taberna que era ya el centro de la intelectualidad progresista de Jaén, hasta su jubilación, hace unos meses.

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