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El conflicto de los jornaleros de El Coronil, en vías de solución

El conflicto jornalero de El Coronil, que ha dado lugar a una semana de continua tensión en la comarca sevillana de la Sierra Sur, tomó ayer un cariz favorable al aceptar la patronal agraria, Asaga, las condiciones que ponía el Sindicato de Obreros del Campo (SOC) para volver al trabajo. Tales condiciones eran la garantía de un mínimo de peonadas de trabajo al año para los 400 jornaleros del pueblo. Los hombres de El Coronil, con gran número de afiliados al SOC, se habían negado estos días a trabajar en el clareado de la remolacha, faena que debe hacerse en esta época del año, bajo riesgo de perder la cosecha.Uno de los principales terratenientes de la zona, Gonzalo Candau, recurrió a trabajadores de otras comarcas para hacer la faena, y eso dio lugar a situaciones de gran tensión, en especial cuando el empresario recurrió a una cuadrilla de trabajadores de El Cuervo encabezados por un manijero apodado el Largo del Salón, a quien los trabajadores del SOC califican como experto en reventar huelgas y afiliado a Fuerza Nueva.

Protección de la Guardia Civil

La Guardia Civil tuvo que proteger con un impresionante despliegue el trabajo de esta cuadrilla. El Largo del Salón acusa a miembros del SOC de haberle atacado con navajaes y de haberle producido un corte en una mano.El encuentro entre el secretario general del SOC, Diego Cañamero, y la patronal Asaga dio lugar a un acuerdo satisfactorio para los jornaleros: los propietarios de las fincas garantizaron 15.000 peonadas en el año, lo que supone, para los 400 jornaleros de la zona, casi 40 días de trabajo anuales.

Además se comprometen a estudiar la posibilidad de sustituir para el futuro alguno de los cultivos que dan poco trabajo por otros que necesiten más jornales por hectárea. Los jornaleros necesitan un mínimo de 60 jornadas de trabajo al año para acogerse a los beneficios del nuevo sistema sustitutivo del empleo comunitario.

La situación peculiar del jornalero, que se contrata temporalmente para las faenas del campo, hace que, aunque sea un habitual trabajador en determinada finca, carezca de derechos legales de huelga, lo que no le impide sentirse con derechos morales a ella.

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