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Alentadora experiencia de recuperación de heroinómanos en Logroño

Desde hace algo más de un año se está desarrollando en Logroño, fuera de los cauces institucionales, una experiencia de rehabilitación de adictos a drogas duras. Dada la singularidad de la experiencia y su reducido marco de actuación por falta de medios no se pueden generalizar sus resultados. Éstos, sin embargo, han sido catalogados como muy esperanzadores por el director del proyecto, que ha presentado al Ayuntamiento de Logroño una propuesta para la creación de un centro coordinador de drogodependencias en esta ciudad, con la idea de ampliarlo en un futuro próximo al resto de La Rioja, región en la que la incidencia de la droga dura -heroína sobre todo- es en algunos casos alarmante.Roberto, Esperanza, Nino, Monti y Óscar, con edades comprendidas entre los 17 y los 24 años, son los cinco jóvenes que continúan dentro del grupo terapéutico creado hace un año con seis miembros. Después de un tiempo medio de permanencia en el consumo de heroína que se cifra entre tres años y medio a cuatro años, y a pesar de recaídas esporádicas, llevan casi un año sin necesitar la droga. Tras haber superado el síndrome físico de abstinencia siguen realizando terapias de grupo y dinámicas internas para acabar con el síndrome psíquico, esa obsesión que dura años y que se conoce como el flash del caballo. "Lo recuerdas constantemente. Es un flash tan fuerte que, aunque no quieras, te lleva a engancharte en cualquier momento, aún en plena cura de desintoxicación. No tienes el mono, pero te entra la necesidad de picarte".

El precio del ambiente

Roberto tiene 18 años, cinco de los cuales los ha pasado en la adicción a la droga. Ha dejado tras él la cárcel, la planta de psiquiatría de un hospital y varias curas que no lograron desengancharle de la heroína. Le ha quedado un nervio auditivo roto, producto de una dosis muy pasada, y una madurez poco común en, jóvenes de su edad. "Después de las otras curas, lo primero que hacía era abandonar mi rollo, el ambiente, hasta que éste me tiraba de nuevo y volvía a él. Ahora he encontrado la base de mi problema social y familiar. A partir de aquí me he planteado decir no a la droga. La heroína era el precio que había que pagar para relacionarse con la gente guai, la que mola. Como no pagues ese precio, la gente te rechaza".No obstante, Roberto también tuvo una recaída. "Al principio te buscan y te invitan a caballo, te insisten en que por un pico no pasa nada. Cuando ya te han derrotado y saben que te lo vas a meter, porque te ha entrado la ansiedad, van de buenos diciendo que no quieren hacerte daño".

"Fue la primera vez que me sentí muy mal, temblando, mientras me lo metía. Había fracasado conmigo mismo y había hecho fracasar a otra gente. No era malestar porque el caballo fuera malo, sino por dentro. Acudí a Juan (el médico director del grupo) ese mismo día y dijo que no pasaba nada. Al día siguiente hablamos y me hizo encontrar el por qué de haberme pinchado: me sentía inferior a los yonkis. Para llegar a su altura tenía que pasar por la droga. Me di cuenta de ello y dije que no. Pero la posibilidad de que puedo volver a caer me mantiene alerta".

Este grupo terapéutico, dirigido por el médico Juan Antonio Palacios y ayudado por otras cinco personas sin dedicación exclusiva, se crea en el dispensario de alcoholismo y drogas de la Cruz Roja en Logroño. Allí acuden los toxicómanos en busca de qyuda. Discrepancias sobre la forma de atender el servicio de heroinómanos provoca la salida del centro de su director y del grupo con el que estaba trabajando. Además de la terapia de grupo se inician actividades al aire libre y una penetración en el medio de los drogadictos, que ha de ser suspendida por falta de recursos.

"Volví a la Cruz Roja por rutina, porque quería salir y no sabía cómo. Allí había conocido la típica terapia individual del psiquiatra detrás del mostrador, que a la hora de la verdad no se compromete. El nuevo médico entró muy fuerte, parece que iba de listo. En la segunda reunión dijo algo nuevo que me atrajo: la terapia de grupo. Pronto hicimos la primera acampada. Nunca antes habíamos ido al campo a dormir".

A raíz de esta experiencia se ha presentado en el Ayuntamiento de Logroño un proyecto para la creación de un centro coordinador de drogodependencias en la doble vertiente preventiva y asistencial.

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