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El conflicto político sobre un contrato de la RAI a Raffaella Carrá se resuelve hoy

Juan Arias

Una estrella de la televisión italiana, Raffaella Carrá, nacida en Bolonia hace 41 años, se ha convertido en un caso nacional porque la RAI (el organismo de radiotelevisión estatal) le ha firmado a ella y a su coreógrafo, Sergio Japino, un contrato de 600 millones de pesetas en tres años (véase EL PAIS del pasado sábado). El caso ha estallado con tal fuerza que en él se ha interesado la presidencia del Gobierno, que ha convocado al presidente de la RAI, Sergio Zavoli, para pedirle explicaciones. El conflicto podría resolverse hoy.El Consejo de Administración de la RAI y la Comisión de Vigilancia del Parlamento discutirán hoy el caso Carrá. Mientras tanto, Raffaella, de quien se ha escrito que es más aplaudida que el presidente Pertini, más popular que el papa Wojtyla, más rica que el futbolista Platini y que hasta hace más milagros que el padre Pío, pide que se la deje en paz, que ella quiere sólo trabajar tranquila y que si gana mucho es porque toda su vida ha trabajado 12 horas al día.

Todo parte de que la Carrá, que ha ganado para la RAI a 12 millones de espectadores en una hora muerta -como lo es en Italia el mediodía- y ha llevado su programa Pronto, Rafaella? a todos los personajes más famosos del país, desde ministros a directores de cine, escritores, embajadores, etcétera, había recibido una propuesta económica fabulosa de un canal privado.

La televisión estatal, para no perderla -y con ella a los 12 millones de espectadores, y con ellos a los cientos de millones en publicidad-, le ofreció ese contrato de 200 millones de pesetas al año que ha escandalizado, ya que mientras el Gobierno estaba pidiendo sacrificios durísimos a los trabajadores, no era justo que despilfarrara tanto dinero público en pagar a una estrella.

Pero lo que sí es cierto es que el caso de Raffaella Carrá ha planteado un problema muy espinoso. ¿Debe la RAI, que es un organismo prácticamente estatal, entrar en la lógica del mercado televisivo? ¿No debería distinguirse más bien por su empeño cultural e informativo? La RAI responde que si es una empresa debe ser competitiva y tiene que entrar en el juego del mercado. Y acusa a las fuerzas políticas de no haber reglamentado antes todo el asunto de las televisiones privadas.

Pero, junto con este problema de carácter ideológico, Carrá ha servido para replantear el problema de los contratos a todos los grandes artistas y deportistas, que son quienes después acaban escabulléndose de Hacienda. Por eso Raffaella Carrá ha declarado que ella no oculta nada a Hacienda. Si de verdad paga todos los impuestos, quiere decir que le descuentan el 75% de todo lo que gana.

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