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Campaña electoral en el País Vasco

Euskadiko Ezkerra, una organización nacida a la sombra de las armas que está decidida a demostrar que la paz es posible

ENVIADO ESPECIALCuatro recios jóvenes vascos juegan a las cartas en medio de un paisaje de montaña. Muy cerca de ellos se ven los troncos qué acaban de cortar. Puede que sean aizkolaris. En un momento determinado, uno de ellos se levanta de su asiento y vuelve con un hacha, que clava sobre la mesa de madera. Otro de los jugadores la arranca y la vuelve a clavar en el tronco donde están insertadas las otras tres hachas. La partida continúa.

Con estas imágenes, que inician los espacios gratuitos utilizados por Euskadiko Ezkerra (E E) en televisión, el partido ha querido simbolizar, según los responsables de campaña, el rechazo de la violencia, la aceptación del juego democrático y la necesidad de alcanzar sobre la mesa de negociación la pacificación de Euskadi. Tres ideas interrelacionadas que sirven de eje de la campaña de EE.

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No es casualidad que quien da vida en la pequeña pantalla al joven conciliador sea Luis Emaldi, ex militante de la autodisuelta ETApm-VII Asamblea, que hace dos meses regresó a Euskadi gracias al proceso de reinserción establecido a partir de 1981 tras las conversaciones entre EE y el Gobierno de UCD.

"No podemos hacer de los presos nuevos mártires", afirma en el mencionado programa electoral el diputado Juan María Bandrés, al bajar del avión que le lleva y le trae de Madrid. "Los presos deben salir en libertad. Mientras haya presos, va a seguir habiendo muertos; mientras haya muertos, va a seguir habiendo presos. A esto hay que darle una solución".

Euskadiko Ezkerra ha aprovechado la campaña para intentar atraerse el voto de la izquierda desencantada del PSOE y de HB, recordando al electorado vasco, tan sensibilizado con el problema de la violencia, que el proceso de reinserción social, que desde 1982 ha permitido ya el regreso a sus casas a cerca de 70 exiliados y 30 presos, es la mayor aportación palpable del partido a la pacificación de Euskadi.

"Esta iniciativa", repite en sus mítines Mario Onaindía, secretario general de EE y cabeza de lista por Alava, "fue algo que tuvimos que hacer nosotros solos con Juan José Rosón (entonces ministro del Interior) ante la pasividad del Gobierno vasco, del propio Gobierno español y también del PSOE. Que no vengan ahora hablando de paz cuando no han hecho, día a día, el esfuerzo necesario".

"Queremos demostrar con nuestro ejemplo que es posible la paz. Nosotros hemos construido paz y no podemos aceptar ofertas de paz por caminos de violencia" afirmó el viernes pasado en el Pabellón de los Deportes de Bilbao Xabier Markiegi, que encabeza la lista por Vizcaya. En el mismo acto, Bandrés manifestó: "Aquellos que han vuelto a nosotros con la cabeza bien alta sirvieron al pueblo cuando tomaron las armas. Hoy, sin embargo, todavía hacen mayor servicio a Euskadi buscando este camino para lograr la paz. Una paz que no se puede reivindicar desde la represión, la guerra sucia o la tortura. Una paz que no se puede exigir desde la violencia, desde el asesinato y el terror".

Contra el pesimismo

Desde el día 6 de febrero, Mario Onaindía se encarga de transmitir por todos los pueblos del País Vasco un mensaje de esperanza con el lema de campaña "Euskadi tiene solución". "El pesimismo es el más peligroso enemigo de este pueblo" afirmó en Vitoria. Y en la campaña E E presenta el Estatuto como la única solución. "No hay otra salida", dijo Onaindía en San Sebastián, "que la profundización del Estatuto, que para nosotros establece una autonomía limitada, pero que acatamos. La alternativa KAS, que abandonamos en 1977, no es tal ya. En 1981 quienes defendíamos el Estatuto y quienes apoyaban la alternativa KAS estábamos en igualdad de condiciones porque no había nada. Ahora hay un Gobierno, un Parlamento, un autonomía financiera, una policía una televisión vasca... Ya nadie recuerda la alternativa KAS más que cuando hay muertos. Es el fracaso de un proyecto tercermundista". . La alternativa KAS (Koordinadora Abertzale Sozialista), apoyada por ETA, incluye, entre otras reivindicaciones, la salida del País Vasco de las fuerzas policiales del Estado, la incorporación de Navarra y la amnistía.Desde que, en 1980, el Partido para la Revolución Vasca (EIA), partido originario de lo que hoy es Euskadiko Ezkerra, se presentara a las elecciones con una postura ambigua sobre el terrorismo y una indefidición política, que le permitía aparecer como un partido comunista vasco, ha habido un trabajo profundo de concreción. En el congreso celebrado en San Sebastián en 1981, ElA definió un partido capaz de integrar el socialismo democrático ("que no es lo mismo que socialdemócrata", puntualiza Onaindía) y los principios de soberanía nacional.

Esta concreción política coincidió con el abierto distanciamiento de las actividades de ETA Político-militar, al haberse abierto la denominada vía Rosón. La clarificación en este punto permitió en abril de 1982 su fusión con el sector mayoritario del Partido Comunista de Euskadi, encabezado por Roberto Lertxundi. En las elecciones generales de 1982, Euskadiko Ezkerra obtuvo el 7,7% de los votos emitidos; y en las municipales, el 7,93%.

El apoyo de EE a Felipe González en la investidura se vio en sectores del partido como "una venta sin contrapartidas" y le costó problemas a Onaindía. El guiño de éste al PSOE, de cara a una posible convergencia en Euskadi, que aún no ha desaparecido del horizonte, no supieron o no quisieron verlo los socialistas, y hoy EE se presenta a las elecciones en una posición bien crítica con respecto al PSOE.

"Los socialistas", afirma Onaindía, "han renunciado al intento de gobernar Euskadi y de crear una alternativa de izquierdas al PNV y se dedican a recortar una autonomía que no controlan. El PSOE está haciendo una política reaccionaria con respecto al País Vasco. Es la otra cara de la moneda del PNV. La cara del nacionalismo español, con los- mismos tics sectarios que el nacionalismo vasco. Tanto PNV como PSOE buscan la guerra y rechazan el diálogo para perpetuarse en Vitoria y Madrid y dividir a Euskadi.

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