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Verbena

Rosa Montero

Ya ha comenzado, ya está en marcha la caravana electoral americana, cuyo inicio coincide, pura casualidad de las calendas, con la celebración del carnaval.Carnavalesco parece este peregrinar de estado a estado; globos, escarapelas, banderitas, gogós coreando el ritmo del candidato a pomponazos, y el brillo cegador de tanta prótesis dental relumbrando en las sonrisas oficiales: no hay inversión más rentable para el político que la empleada en empedrarse de porcelana y oro las encías.

Qué gigantesco esfuerzo. El período electoral americano se extiende durante media eternidad. Son meses y meses de trabajo, una feria itinerante, una verbena nómada. Hay admirables malabaristas de la ideología, espeluznantes tragasables belicistas, magos magníficos especializados en convertir lo falso en cierto. Todo esto sin olvidar a los payasos, que son el plato fuerte. No es de extrañar que, en esta dura competición entre feriantes, el más aventajado sea un veterano actor, un viejo profesional del espectáculo que conoce los trucos del oficio. De seguir la cosa así ganará Reagan, y entonces, como vencedor del concurso oficial de variedades, visitará el Circo de Moscú y actuará codo a codo con Chernienko, el audaz volatinero ultramarino. Y allí, solos los dos, en el cobijo de la cúpula de lona, artríticos y tumefactos por la edad, intercambiarán secretos: Reagan revelará la fórmula de su tintura de cabellos, Chernienko explicará con qué raíces de la tundra se confecciona el bebedizo que le mantiene en pie. Confidencias de ancianos venerables.

Es un esfuerzo ímprobo, sí, el de la interminable campaña americana. Es un festival perfectamente organizado, que tan sólo posee un pequeño fallo: en Estados Unidos, paraíso de la democracia electoral, no vota casi nadie: es una sociedad laminada por la abstención, a pesar de tanta verbena y tanto cisco. Claro que esto no es más que un simple error del censo, que es restringido e insuficiente. Si los norteamericanos permitieran votar a todos sus súbditos, o sea, si nos dejaran participar a los españoles y a todos los demás países prohijados, como sería lo justo y necesario, la feria sería más feria, y el presidente, nuestro verdadero presidente de los Estados Unidos y Ocupados.

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