Xabier Arzallus: "Además de la violencia, lo que separa al PNV de ETA son sus definiciones marxista-leninistas"
Pregunta. Después de que el Partido Socialista de Euskadi experimentara un considerable incremento de votos en las elecciones del 28 de octubre de 1982, usted dijo que esos resultados no se volverían a repetir. En aquella ocasión se refirió a la identificación de los ciudadanos vascos con los escrutinios autonómicos. ¿Podría explicar la diferencia sentimental entre las elecciones generales y las autonómicas?Respuesta. Existe diferencia. Aquí estamos construyendo algo, mientras el Estado está ya construido -con grandes problemas, porque existen sectores muy fuertes, contrarios a las autonomías, especialmente a la nuestra-, pero sus cimientos están ahí. Las elecciones autonómicas son más importantes que las generales para nosotros; son más nuestras, y no lo decimos por exclusivismo, sino porque son las elecciones que se incluyen en un marco mucho más cercano. Esa es la diferencia entre los denominados partidos españolistas y los nacionalistas. En muchas ocasiones hemos visto a candidatos socialistas que hacen campaña en el País Vasco y luego se van a Madrid.
P. Son amplios los sectores que critican al PNV por estar aplicando una política exclusivista, cuyo proyecto social cierra las puertas a los vascos que no son nacionalistas. ¿Cómo valora usted este estado de opinión?
R. Que existe un proyecto mayoritario en este país con el que no todo el mundo se identifica, es un hecho. Pero es absolutamente normal; ocurre aquí, en Cataluña, en Galicia y en otros muchos lugares. Esa no identificación puede explicarse, en parte, por el fenómeno de la fuerte inmigración que se ha producido en las últimas décadas en Euskadi. Pero no me preocupa demasiado, porque creo que el tiempo es un factor fundamental para superar las diferencias.
P. ¿Existen motivos para pensar que el PNV se ha beneficiado en estos cuatro años de gobierno autónomo de un cierto nepotismo en la contratación de empleados de la Administración pública?
R,.Ninguno. Eso es falso.
P. Señor Arzallus, ¿no es necesario frecuentar un batzoki (sede social del PNV) para llegar a ser funcionario?
R. Se dice por ahí, ¿verdad? Pues en mi partido se comenta que ser del PNV supone un estorbo para conseguir algunos trabajos. El PNV no tiene la representación que en teoría le podría corresponder, según los resultados electorales. Sin embargo, Euskadiko Ezkerra y Herri Batasuna tienen más empleados en la Administración de los que teóricamente les corresponden. El PSOE tiene menos, pero creo que se debe a que no tiene mucha gente especializada en trabajos técnicos de administración. En relación a la exigencia del conocimiento del euskera como requisito para ocupar un puesto en la Administración pública, es perfectamente lógico. Si las dos lenguas (euskera y castellano) son oficiales, lo menos que se le puede exigir a un empleado público es que domine las dos. De lo contrario, los discriminados somos los euskaldunes.
P. ¿Las actuaciones de ETA tienen fuerza porque están enmarcadas en objetivos nacionalistas?
R. Evidentemente. En lo que les queda de esa definición. Al margen de las desviaciones ideológicas que haya podido experimentar ETA en los últimos años, puedo decirle que si en estos momentos ETA hiciera una declaración pública diciendo que no se considera nacionalista, se acabó su cuento de inmediato.
P. Cuando usted ha intentado explicar, en repetidas ocasiones, las discrepancias que existen entre el PNV y ETA, parece que el rasgo diferencial se apoya en el método de lucha (el uso de la violencia por parte de ETA) y no en los objetivos.
R. Lo que a nosotros nos separa de ETA son cuestiones muy de fondo; no solo de método. Perseguimos objetivos muy diferentes; sin embargo, cuando afirmo que la alternativa KAS no sólo no me parece una barbaridad, sino que la firmaría ahora mismo, la gente se rasga las vestiduras y se cree que existen concomitancias entre los de ETA y nosotros.
P. Si estuviera dispuesto a suscribir la alternativa KAS, ¿cuáles son los objetivos que diferencian a su partido de ETA?
R. Además de criticar a ETA por su intransigencia y su no aceptación del marco democrático, tengo que reconocer que sus actuales formulaciones marxista-leninistas nos separan radicalmente. El PNV, cuya meta social y política está inspirada en el humanismo, nada tiene que ver con las definiciones marxistas que últimamente imperan en la dirección de ETA. Yo creo que esta organización armada se va desprendiendo cada día más de sus originarios objetivos independistas, y aunque no lo reconozca oficialmente, sus comunicados rezuman teoría de izquierda revolucionaria.
P. Cada vez que el PNV recuerda que en Euskadi hay sectores insatisfechos con la actual política del Gobierno central, ¿está alimentando indirectamente la existencia de ETA?
R. Puede ser; pero evidentemente lo que no se puede olvidar es que si el PNV dice eso se debe a que el PSOE se encarga, desde el Gobierno de Madrid, de que una parte mayoritaria de este pueblo no vea sus derechos de autogobierno satisfechos. En último término, no es el PNV sino el Gobierno del PSOE quien, con su política antiautonómica, está favoreciendo la autojustificación de ETA.
P. ¿Existen dificultades reales para luchar unitariamente contra la violencia?
R. Lo que pasa es que los socialistas tienen su particular punto de vista y su forma de ir en contra de ETA, con la que no coincidimos. El PSOE piensa que "si el PNV quisiera" acabaría con ETA en unos días. Si esto se lo creen, que cuenten con nosotros para todo: para el desarrollo autonómico, para discutir las secuelas de la crisis que también afecta a Euskadi y para combatir a ETA. Pero no lo hacen así: elaboran sus leyes, los planes ZEN, la formación de tribunales sin contar con nadie, y menos con nosotros.
P. Esa actitud que usted critica sintoniza con la que la oposición parlamentaria formula en el País Vasco al referirse al partido nacionalista: la ausencia de diálogo y falta de acuerdos sobre la aprobación de leyes fundamentales.
R. Bueno, tampoco considero ya al PSOE como la fuerza fundamental, la que daba la pauta al Parlamento vasco. Si el PSOE tuviera un proyecto propio para Euskadi y fuera tan importante como ellos dicen que somos nosotros, el PNV hubiera recurrido a su apoyo. Cuando comenzó a debatirse en el Parlamento la ley del himno y el representante del partido socialista, Ricardo García Damborenea, que le daba igual el Gernikako arbola que Desde Santurce a Bilbao..., ¿cómo íbamos a negociar ante tanta despreocupación?
P. Recientemente usted dijo que pagaría un precio político serio con tal de que Herri Batasuna participase en las instituciones ¿No cree que el cambio de actitud de la coalición radical no se va a dar tan fácilmente y que, por tanto, resultaría ilusorio confiar en su participación como punto de partida para que remitiera la violencia en Euskadi?
R. Sí, es difícil, pero hay que provocar esa participación. Nosotros ya lo intentamos en su día. Además de apelar constantemente al desarrollo estatutario como base fundamental a utilizar contra los que desconfían de las vías institucionales, propusimos la iniciativa de la mesa para la paz. Hubiera sido un gran paso adelante, porque Herri Batasuna, que no participa en las instituciones, se hubiera visto emplazada a dialogar con las fuerzas políticas parlamentarias, y eso siempre es positivo, entre otras cosas, porque se hubieran podido agudizar contradicciones. Además, la mesa para la paz hubiera sido más eficaz que las vías policiales contra ETA, que tan sólo contribuyen a crear malestar y a provocar en esa organizacion otra respuesta violenta, como ha ocurrido recientemente.
P. En un partido interclasista como el PNV, ¿han aflorado contradicciones en torno a proyectos que aún no están muy definidos, como el económico, ante conflictos como el de la reconversión industrial?
R. No tanto como pueda parecer. Nosotros estamos persuadidos de que es conveniente la reconversión industrial, pero previa negociación de las partes interesadas, y en eso estamos de acuerdo. No se puede olvidar que el PNV es un partido popular, en el que caben las tendencias más moderadas y más radicales, pero sobre todo tiene unas raíces cristianas innegables. Los afiliados de este partido no han pestañeado ante reformas sociales. Sin embargo, se han visto más afectados por debates de fondo ético y religioso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.