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Crítica:VISTO / OÍDO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Kennedy redivivo

Durante siete semanas vamos a convivir una hora cada viernes -a las 22.35 horas, por la primera cadena- con un mito y su familia: el presidente Kennedy. El primer capítulo ha sido brillante. Es una fórmula acreditada de la televisión americana: secuencias breves, montaje audaz y limpio, entrada directa de los personajes, estallído de situaciones; un principio que es el final -el asesinato de Dallas-, un flash back que nos lleva a la pasión electoral, unos brevísimos datos de fondo, unos recortes de noticiarios. Una forma que se completa con la preceptiva del género: la interposición de lo íntimo con lo público, la alternativa de la maquinaria con el fondo humano, la pequeña anécdota rebajando la trascendencia a nivel de hogar de espectador... Posibles problemas: que el público de fuera de Estados Unidos y de más acá de la época relatada se pierda con la velocidad sintáctica, no reconozca personajes, alusiones y situaciones (más aún porque el realizador, naturalmente -prueba de calidad-, no ha recargado la caracterización de los personajes: ni la externa -maquillaje para acentuar el parecido- ni la interna -sobrecarga en la actuación, que siempre termina por ser una caricatura-). Para estos espectadores quedará siempre el relato apasionante de un hombre encarado con un destino trágico.De la honestidad del guionista -el dramaturgo e historiador británico Reg Gadney- caben algunas dudas: y si no de su honestidad personal, naturalmente, de su escasa resistencia a dejarse llevar por esa corriente favorable que siempre inspira a los biógrafos (sobre todo en el cine; más sobre todo.en la televisión), en la que dejan desaparecer los posibles rasgos tenebrosos. De los bloques superpuestos que forman este primer capítulo, se ve el familiar, se ve la superficie del político -el cuartel general de las elecciones-; se ve, en todo caso, una gente bonita, inteligente, aguda; pero le falta la tenebrosidad política. Se va perfilando una idea de malos y buenos, y el guionista y el rea"ador están con los buenos, aun haciéndoles más buenos.

No es sólo culpa suya. El tema de Kennedy es un mito positivo que pertenece a la humanidad. La abstracción de la época, el desencanto posterior, el curso más bien siniestro de la historia que sabemos -y el guionista no ha podido retraerse de algunas premoniciones en forma de poema- han formado una especie de ilusión retrospectiva: la serie, juzgada solo por este primer capítulo -y sin entrar a adivinar lo que nos vayan a traer los demás-, la fovorece. Sería pedirle demasiado que ahondara: no está en su género. Tal vez ayude, de todos modos, a formarse una conciencia crítica de nuestro tiempo.

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