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COMUNICACIÓN

La videomanía, una cara y peligrosa afición en la Unión Soviética

Pilar Bonet

PILAR BONET, La videomanía ha llegado también a la URSS, aunque con variantes peculiares y autóctonas. El afán de coleccionar e intercambiar películas para consumo doméstico se ha cobrado, incluso, sus primeras víctimas en la Unión Soviética entre los traficantes clandestinos de cintas, verdaderos manitas de la electrónica, cuya producción se ha nutrido esencialmente de películas occidentales llegadas a la URSS por laberínticos canales.

Por los cauces reglamentarios no resulta hoy nada fácil en Moscú montar una videoteca casera y surtirla de videocasetes. El mercado legal ofrece tres posibilidades alas que recurrir: las tiendas de electrónica, donde, a lo sumo, se encuentran vídeos soviéticos a bobinas; los komissioni, comercios de compra y venta de objetos usados con el Estado como intermediario, a comisión, entre los particulares, y las beriozka, las tiendas en divisas para extranjeros y la minoría de ciudadanos soviéticos autorizados a poseer moneda convertible en función de su trabajo o de su residencia en el extranjero.En ninguno de los tres establecimientos mencionados se venden videocasetes grabadas. A estas alturas del año faltan también las casetes vírgenes, que sólo se despachan, hasta ahora en las beriozka. Las videocasetes, sin embargo, circulan y se trapichea con ellas, aunque en algunos casos puedan llegar a, costar casi el salario medio de un mes (algo más de 170 rublos).

Desde Tora, tora,tora, a cintas de James Bond, pasando por los western y el porno, todas ellas con doblaje en ruso superpuesto a la versión original, generalmente en inglés, pueden comprarse en Moscú si se encuentra el proveedor apropiado.. El suministro puede muy bien venir de alguno de. los individuos de aspecto ocioso y ojos vivos que se alinean frente a los komissioni de electrónica como una alternativa al mostrador del Estado. En uno de los komissioni más populares de Moscú, el situado junto al Planetario, un remolino de shapkas (gorras) de todas, las pieles posibles oculta al dependiente, más bien bajito, de la sección de tocadiscos, televisores, magnetófonos y vídeos. En el aire suena la voz de Julio Iglesias en un idioma que se tarda en identificar como francés (los casetes de Julio Iglesias, al igual que los de Al Bano, cuestan 20 rublos en el mercado negro). La existencia de vídeos en este almacén iba desde un JVC, de 5.500 rublos, a un Fisher, de 2.800, cuando nosotros lo visitamos. Televisores que acoplaran con ellos no los había en el almacén, nos indicó el dependiente. Videocasetes tampoco, ni grabadas ni vírgenes. De las filas de ociosos, sin embargo, emergió un elegante joven de gafas de concha y traje de espiguilla con la solución: dos cintas limpias de vídeo a 120 rublos. Si se trata de cintas grabadas, el precio sube para situarse entre 130 y 150 rublos. Si las cintas vienen grabadas profesionalmente, el precio se dispara hasta 250 rublos.

El pintor traficante

La gama de contenidos que ofrece este mercado alternativo es amplia. Las exigencias del mercado han impuesto un doblaje al ruso que resulta bastante aceptable, según aseguran fuentes que tuvieron acceso a contemplar el material. La producción clandestina de videocasetes ha topado ya con los servicios de seguridad soviéticos. El pintor moscovita V. Sevrivgov, implicado en su día en el tráfico de iconos, fue condenado a ocho años de cárcel, el pasado verano, por organizar el tráfico de videocasetes occidentales, especialmente de películas pornográficas, según informaba el diario juvenil Komsomoiskaia Pravda.

Sevrivgov, de 47 años, poseía una instalación de copia de casetes y durante mucho tiempo gozó de la protección del jefe de policía de su barrio. La oferta de Sevrivgov -"repugnantes" filmes porno, películas de "sadismo y violencia" y "calumniosas" para la URSS- se vendían a poseedores de vídeo occidentales y a locales públicos,- donde los pases (la clientela de confianza) se realizaban a 50 rublos por cabeza y lesión.

En la URSS se venden vídeos de producción soviética que funcionan con bobinas. El aparato tampoco abunda, o por lo menos así se deduce de nuestra búsqueda por los principales establecimientos de electrónica de Moscú. En el almacén situado en el número 67 de la avenida de Lenin sí tienen un vídeo soviético. Se trata del Electrónica 508-Vídeo, en blanco y negro, que cuesta 1.974 rublos. Es todo lo que hay. El encargado del establecimiento, Gusiev V. Andreivich, nos explica que el nuevo vídeo soviético a casetes se produce ya a pequeña escala para centros oficiales y no está aún a la venta. "Seguramente podremos sacarlo al público a finales del trimestre. Su precio, 1.200 rublos".

El contrabando de videocasetes y vídeos es una de las preocupaciones de los aduaneros soviéticos, quienes pueden confiscar el material para decidir si le dan el visto bueno. La acusación de contrabando de cintas pornográficas está costando condenas de cárcel a algún que otro ciudadano occidental.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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