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Reportaje:

La identificación policial a través del rasgo

Un vestigio insignificante o la localización de una huella puede ser el punto inicial para el descubrimiento de un crimen

Trabajan en el viejo caserón de la Puerta del Sol, entre legajos y viejo mobiliario de oficina. Constituyen el llamado Gabinete Central de Indentificación, a cuyo frente figura el comisario Francisco Leal. El pasado mes de diciembre lo recuerdan con pena y con cansancio. Fueron ellos quienes se encargaron de identificar los cadáveres de las tres catástrofes que padeció Madrid: los accidentes aéreos de Mejorada del Campo y Barajas y el incendio de la discoteca Alcalá 20.Lo mismo identifican un cadáver que proceden a examinar rigurosamente un local hasta la obtención de un rasgo, aparentemente insignificante, pero que a la larga puede ser la clave del descubrimiento de un crimen. El trabajo que realizan es silencioso, y en la mayoría de las ocasiones constituye el punto de partida de una investigación. Son casi los primeros en recibir el aviso cuando se produce una tragedia, un asesinato o un simple robo.

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El domingo 29 de enero estaban también en la calle de Romero Robledo, de Madrid, en el mismo lugar donde fue asesinado momentos antes el teniente general Guillermo Quintana. Fueron los que recogieron los casquillos utilizados por los autores del atentado y los que, dos horas después, se desplazaron a la plaza de las Descalzas Reales para examinar el vehículo utilizado por el comando. También fueron los que se trasladaron recientemente a Tarragona para inspeccionar el cadáver descuartizado de María Teresa Mestre, la esposa del industrial Salomó.

Revelado de huellas

Fernando Aranda, subcomisario del Cuerpo Superior de Policía y jefe del Negociado de Lofoscopia, explica que el trabajo de los hombres del gabinete comienza en el mismo instante en que comparece en el lugar del suceso la policía. "Primero hacemos una inspección ocular y luego reconstruimos mentalmente el caso. Si se trata de un crimen o de un robo, buscamos el trayecto que ha podido realizar el autor de los hechos, con objeto de encontrar cualquier tipo de vestigio: una mancha de sangre, un impresión dactilar o un resto de tela". Y añade: "Los hallazgos los recogemos y nos ponemos a trabajar con ellos en el gabinete. Si existen huellas latentes o invisibles, las sometemos a revelado, físico o químico, y comenzamos a cotejar con los archivos".El Gabinete Central de Identificación cuenta con un amplio archivo, clasificado en primer lugar por provincias, donde están reflejadas las impresiones digitales de un amplio número de personas habitualmente dedicadas a la delincuencia, entre ellos, los terroristas. En opinión del subcomisario Aranda, con todas las pruebas que llegan al gabinete se levantan actas, que son enviadas al juez para incluirlas en el sumario. En ocasiones, principalmente a petición de la defensa de los procesado, los tribunales se dirigen al gabinete para que envíen un informe pericial, donde se explican minuciosamente los datos ya cotejados.

El cotejo de las huellas es uno de los trabajos más curiosos que realizan estos hombres. Aranda opina que la huella es única y que diariamente en el mundo, según datos del último Congreso de Policía Científica, se cotejan 250.000 fichas policiales, todas ellas con rasgos distintos, por lo que se puede afirmar que no existen dos personas con las mismas huellas.

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De esta forma se explica también el comisario Antonio Vicuña, hoy director del Museo de la Policía, que estima que la obtención de una huella es un dato valiosísimo para los investigadores. Vicuña, que recurre a los viejos legajos de la biblioteca para explicar que en la antigüedad los egipcios y los redactores de la Biblia hablaban ya de las manos como elementos identificadores, señala que el que implantó la identificación dactiloscópica fue el profesor Olóriz, ya que con anterioridad las identificaciones se realizaban por el sistema antropométrico.

"Nuestro trabajo se basa esencialmente en el cotejo", dice el subcomisario Aranda. "Nosotros nunca damos el nombre de un supuesto asesino, sino que nos limitamos a probar que tal hecho lo realizó el autor de las huellas de las que hacemos referencia. Tratamos de demostrar la presencia física en el lugar de los hechos de la persona a la que pertenecen las huellas que hemos obtenido".

El caso de Humberto Delgado

Jesús Corrales, jefe de la Sección de Técnica Policial en el gabinete, recuerda que, al poco tiempo de ingresar en dicha oficina, se descubrió un caso importante, que tuvo dimensión internacional. Ocurrió el 24 de abril de 1965 en las proximidades de la localidad pacense de Villanueva del Fresno. Fueron descubiertos dos cadáveres, uno de un hombre y otro de una mujer, en avanzado estado de putrefacción.Ambos se encontraban indocumentados. Solo el cadáver del hombre tenía un elemento identificador: un anillo en el que aparecían las iniciales H. S. y el anagrama de la aviación portuguesa. Se pidieron datos a Portugal y la policía de ese país envió una juego de cartulinas con las crestas papilares de algunos militares que no se encontraban en el país. La reconstrucción de las huellas del cadáver fue difícil, dado su estado de putrefacción, y se pudo regenerar la reseña del pulgar derecho.

El caso fue cerrado, al menos en lo referente a la identificación, inmediatamente: se trataba del general Humberto da Silva Delgado, opositor al régimen militar del general Antonio de Oliveira Salazar. Las investigaciones policiales descubrieron posteriormente que le acompañaba su secretaria, Arajarir Canto Campos Moreira, de nacionalidad brasileña, con la que había sido visto días antes en el hotel Simancas, de Badajoz.

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