El presidente de Yugoslavia pedirá ayuda económica a EE UU para salvar la crisis
Mika Spiljak, presidente yugoslavo, inicia hoy la primera visita a Estados Unidos de un sucesor de Tito. En la agenda de la visita se encuentran desde la dificultades económicas yugoslavas, para salvar las cuales se pedirá ayuda económica a Washington, a los euromisiles instalados en la base siciliana de Comiso, pasando por el futuro de Albania.Washington tratará de conocer el grado de simpatía (o antipatía) que la política de Ronald Reagan suscita en el no alineamiento yugoslavo, mientras que los yugoslavos intentarán confirmar el grado de sinceridad de las recientes declaraciones del vicepresidente George Bush respecto a que Estados Unidos acepta a Yugoslavia "tal como es", es decir, con el corazón marxista y los pies firmemente en tierra, entre Washington y Moscú. De esto último depende el que Estados Unidos conceda a Yugoslavia auxilio financiero en condiciones favorables o bajo los fríos cánones de rentabilidad.
Fue el secretario de Estado John Foster Dulles el que sentó el principio de que lo más importante para Washington es que este país balcánico preserve su independencia, se entiende independencia de la Unión Soviética y comportamiento moderado en el seno de los no alineados.
La era Reagan ha introducido pocos cambios en la política norteamericana cara a Yugoslavia, dado que el presidente, con ese peculiar talento que tiene de delegar casos complicados en personajes idóneos, ha colocado el asunto yugoslavo casi enteramente en manos del subsecretario de Estado, Lawrence Eagleburger, ex embajador en Belgrado. Eagleburger no dejará de tocar con los yugoslavos el tema de la sucesión y el futuro de Albania, ahora que Enver Hoxha acaba de cumplir los 75 años.
Hasta la implantación de la base de cohetes de crucero estadounidenses en Sicilia, Yugoslavia había conseguido quedar al margen de la polémica europea sobre euromisiles. Pero el hecho de que esos euromisiles de la OTAN puedan, a partir de marzo, violar el espacio aéreo yugoslavo camino de la zona balcánica del Pacto de Varsovia será imposible de eludir en Washington.
El Fondo Monetario Internacional insiste en que Yugoslavia tiene que devaluar su moneda (que el año pasado perdió el 100% de su valor), liberalizar precios e importaciones y subir los tipos de interés hasta el nivel de la inflación (58%). Belgrado ve en ello colapso económico y bien vendrá el apoyo norteamericano para moderar condiciones que algunos economistas han tildado de "dictado comparable al de Stalin en 1948".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.