La posible desaparición del ICE

Ahora que se está hablando de la posible desaparición de los ICE, es quizás una excelente ocasión para hacer públicas algunas reflexiones sobre el tema.A lo largo de ocho años de experiencia como colaboradores (así se nos ha denominado) en dicha institución, me ha sobrado tiempo para llegar a la conclusión de que, si el ICE tuviera algún sentido, éste no sería otro que el de estar al servicio de los enseñantes.

A la mayoría de los colaboradores no nos cabe el honor de conocer personalmente a la altas jerarquías de la institución, pero sí tratamos con los jefes de segunda y de tercera fila. Es, pues, de ellos de quienes hablaré. Las personas que ocupan estos cargos públicos se enorgullecen, y con razón, de las actividades que el ICE lleva a cabo. Todas y cada una de ellas se deben a la buena voluntad y al interés de varias decenas de profesores que dedican su tiempo y su esfuerzo a la investigación pedagógica y a su difusión. Y, sin embargo, pocos representantes de instituciones públicas han tratado con mayor desprecio a sus colaboradores. El trabajo de los enseñantes ha salido adelante a pesar de unas estructuras y de unos procedimientos montados menos en función de objetivos científicos y pedagógicos que en función de protagonismos y de ambiciones personales. Únicamente aquellos a quienes el ICE ha servido de trampolín para alcanzar el poder se atreverán a decir lo contrario. Jamás en los ICE se ha votado nada, ni durante el franquismo ni después. En mis luengos años de trabajo, sólo recuerdo una reciente votación, y apañada de antemano, por cierto. Por todo ello, ahora, cuando oigo hablar de una posible desapancion de los ICE, hago votos para que el naufragio se consume. Los profesores merecemos agruparnos en tomo a una institución más digna, más responsable y más democrática. /