"La unidad sindical está muerta"
La UIL es hoy, con 1.300.000 afiliados, el tercer gran sindicato italiano, después de CGIL y de CISL, pero es también el más joven en sus cuadros y el más agresivo. Cuenta con un 60% de socialistas, un 20% de socialdemócratas y un 20% de republicanos, liberales y radicales. Su mayor fuerza la posee en Turín, Tarento y Nápoles, y en las categorías de metalúrgicos, químicos y empleados. Sobre todo, técnicos y profesionales.La UIL, que antes de la llegada de Bettino Craxi a la secretaría del Partido Socialista era mayoritariamente republicana, hoy se está convirtiendo, en realidad, en el sindicato del nuevo curso del Partido Socialista y de su estrategia reformista. Es un sindicato que se siente muy cercano a UGT y que siempre ha defendido que en los problemas internacionales dicho sindicato debía tomar sus decisiones junto con Comisiones Obreras.
Hoy no existe una oposición al liderazgo interno de UIL, y desde hace tres años los republicanos, que constituían la minoría interna, gestionan el sindicato junto con la mayoría socialista. El problema más delicado que tiene planteado el sindicalismo italiano en este momento es el de su unidad, que ha sido en el pasado una de sus mayores características a nivel europeo.
Pregunta. ¿En qué punto está hoy la unidad sindical?
Respuesta. Está muerta, no existe, y sería una hipocresía esconderlo. En realidad, la unidad sindical había entrado en crisis durante los años de la solidaridad nacional, cuando el Partido Comunista Italiano quería que el sindicato apoyara las decisiones del Gobierno, y, sobre todo, cuando, al pasar de nuevo los comunistas a una oposición dura, pretendió que el sindicato pasase también a la lucha.
Esta injerencia del PCI puso en crisis la unidad sindical. La mejor demostración es la polémica en curso entre Luciano Lama, secretario general de CGIL, y Enrico Berlinger, secretario general del Partido Comunista Italiano.
P. ¿Cómo se explica entonces que esta afirmación explosiva que usted acaba de hacer no se haya comunicado aún oficialmente?
R. La Federación Unitaria hoy existe sólo en los membretes de las cartas. En la realidad existe sólo una unidad de acción. A lo que hay que llegar, es a una reconstrucción de la federación sindical que regule la unidad de acción, que es algo muy diverso de la federación sindical orgánica. En la práctica, hay que rehacer toda la organización sindical. Nosotros el problema lo plantearemos pública y oficialmente en abril próximo,. pidiendo que se establezcan reglas muy concretas.
P. ¿Se va, pues, como en España, a la construcción de un sindicato socialista?
R. Recuérdese que Italia tuvo siempre una gran tradición socialista. La CGIL, en sus orígenes era socialista. Su primer secretario fue el socialista Bruno Bozzi. Luciano Lama, que ha sido después el gran protagonista del sindicato con mayoría comunista, cuando joven era socialista. Lo cierto es que la unidad de acción con los comunistas fue fatal para los socialistas, que acabaron perdiendo todo: el sindicato, el patronato, las cooperativas.
Pero yo, hoy soy más realista y creo que más que un sindicato sólo socialista lo que importa es que los socialistas se hagan respetar dentro del sindicato y que no estén subordinados a los comunistas.
P. ¿Cómo explica usted la crisis que está viviendo la CGIL en este momento?
R. Es una crisis hija de la confusión interna en la que vive el Partido Comunista Italiano, profundamente dividido entre quienes quieren abrir. un diálogo privilegiado. con los socialistas, como Napolitano, y quienes siguen prefiriendo una colaboración con la Democracia Cristiana, como Berlinger. Esto les paraliza, y hoy la CGIL es un sindicato con todos sus líderes comunistas viejos, sin espacio .ara los jóvenes, mientras en la UIL yo, con 46 años, soy el dirigente más anciano. Les pasa en el sindicato lo mismo que les sucede en el partido.
P. ¿Cómo ve, entonces, la presencia socialista dentro de la CGIL?
R. Positivamente. Piense que los únicos líderes jóvenes de la CGIL son socialistas. Y si hoy Lama polemiza con Berlinger eso es un fruto de la vivacidad del diálogo interno entre comunistas y socialistas.
Hace siete años el Partido Comunista Italiano era un punto de referencia capital en la izquierda italiana, un momento de esperanza. Hoy ha perdido el tren. Sigue hablando de mundo obrero cuando el nuestro es hoy un mundo de trabajadores. Hace la oposición dura a todos los Gobiernos donde están presentes los socialistas, mientras ha apoyado a Gobiernos guiados sólo por democristianos. Ataca a la DC, pero, en realidad, es su viuda.
P. ¿Cómo va a ser el sindicato del futuro en Italia?
R. Un sindicato que, en primer lugar, use un lenguaje nuevo, más moderno, que esté más atento a las nuevas clases emergentes, a las nuevas necesidades de la sociedad, a los nuevos trabajos creados por el mundo de la tecnología. Hay que acabar con muchos tabús y saber escuchar a la gente. Un sindicato más independiente de los partidos políticos.
P. Acabado prácticamente el terrorismo político contra el cual tanto luchó el sindicalismo, ¿cuál es hoy la nueva emergencia con la cual tiene que enfrentarse el sindicato de este país?
R. Con el cáncer de la corrupción administrativa, que, a mi juicio, es más peligrosa y grave, a la larga, que el mismo terrorismo. Se ha convertido en una llaga nacional que está infectando a todos. Para combatirla, el sindicato tiene qué hacer propuestas concretas para eliminar las causas en la raíz.
P. ¿La más importante?
R. La ley electoral. El mecanismo de las preferencias es mortal. Hoy, para ganarse las preferencias de los electores y poder asegurarse un escaño de diputado hace falta mucho dinero y toda una organización a las espaldas. Y el dinero se busca donde sea. Y nace la corrupción. Y no llegan al Parlamento los mejores sino los que pueden disponer de más medios para hacer una buena campaña electoral y hasta comprar los votos de preferencia. Y se llega al absurdo de que, para asegurarse estas preferencias de los electores, los candidatos de un mismo partido se despellejan entre ellos durante la campaña electoral, pensando más en el éxito personal que en el del partido. Ésta es una batalla que el sindicato tiene que dar a fondo si queremos sanear a este país de la corrupción administrativa que tanto lo desprestigia, fuera y dentro de nuestras fronteras.
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