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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El incendio de Alcalá 20

De la tragedia acaecida a raíz del incendio de Alcalá 20 puede decirse que también esto es terrorismo. La capacidad de encaje, de sorpresa y de indignación del español son ilimitadas. Pero incluso la indecencia tiene sus límites. Y cabe calificar las declaraciones del defensor de uno de los presuntos responsables de la muerte de 90 personas de indecentes. Indecentes e insoportables. Este defensor, Ramón Muñoz Tuero, insulta al juez instructor de la causa y a la justicia de nuestro país cuando alega que "esto no se produce ni en Biafra". Y añade: "Los congoleños tienen una formación jurídica más sólida que la judicatura española". La saña del defensor de uno de los responsables del incendio de Alcalá 20 le lleva a disparatar: Biafra no tiene nada que ver con el Congo, por supuesto. Ni con la República del Congo, ni tampoco con el Zaire, ex Congo Belga. La conducta de ese abogado habría sido sancionada ipsofacto en cualquier país democrático de Europa o de América. La actitud del juez instructor de la causa es digna de encomio, y así lo puso de relieve EL PAIS en su editorial del martes 20 de diciembre, titulado Una instrucción ejemplar. La elogiable labor realizada por el juez Jacobo López Barja de Quiroga nos llena de orgullo a todos cuantos hemos recibido una formación jurídica y nos reconcilia a todos los españoles con los fundamentos del Estado de derecho. Los presuntos responsables de la muerte de 90 personas están en la cárcel y deberán rendir cuentas a la justicia de esas vidas que, por codicia, ligereza e imprudencia, han sido injustamente segadas. Y muy flaco es el servicio que dicho abogado rinde a su defendido cuando, en lugar de acopiar los elementos propios de una defensa honrada, embiste -única manera para él de utilizar la cabeza- contra, el juez y, en consecuencia, contra las propias víctimas inocentes del cruento desaguisado. Espero que el fiscal general del Estado tome cartas en el asunto, como le corresponde, y emplace a don Ramón Muñoz Tuero para que demuestre los fundamentos de su irascible alegato. Por último, desearía que abogados defensores y responsables tuvieran unas palabras de respeto hacia las víctimas de su concupiscente imprudencia y hacia sus familiares. Deseo que se depuren todas las responsabilidades, que se reparen esas muertes inocentes y que se indemnice a supervivientes y familiares. Si el castigo es ejemplar, hay muchas posibilidades para que sucesos como el incendio de Alcalá 20 no vuelvan a repetirse. /

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