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Reportaje:

El Vaticano, un Estado en el que 425 leyes regulan la vida de un millar de personas

Juan Arias

La palabra democracia apareció por primera vez en los cuerpos de leyes y normas del Estado del Vaticano el 3 de junio de 1981 cuando Juan Pablo II aprobó un estatuto por el que se les permitía a los trabajadores seglares del Vaticano la libre asociación. Esta es sólo una de las 425 leyes conocidas que se habían publicado en el boletín oficial del Vaticano -Acta Apostoliche Sedis- hasta aquel mismo año. Quedan otras normas que regulan la vida de las mil personas que viven en este minúsculo Estado y que se refieren, entre otras materias, a la prohibición de andar en bicicleta o circular a más de 30 kilómetros por hora. La prevención o la desviación de la norma está muy controlada. Por ejemplo, un guardia suizo o un seglar con responsabilidad no puede pertenecer a ningún partido político. Las normas son todavía más severas para los casados: si éstos se separan o se divorcian, pierden la nacionalidad vaticana. Las atribuciones del Papa alcanzan incluso a la designación del capitán de la guardia suiza.

¿Cuáles son las leyes por las que se rige el Estado de la Ciudad del Vaticano, el más pequeño del mundo?, ¿a qué normas están obligadas las mil personas, seglares y eclesiásticos que viven dentro del minúsculo estado del Papa y que tienen pasaporte vaticano? Son pocos los que conocen las leyes por las que se gobierna el Vaticano como Estado, y como escribió el mismo Osservatore Romano, que es el diario oficial de la Santa Sede, 1a legislación vaticana ha sido siempre un plato goloso hasta para los mismos juristas".No existe un cuerpo de leyes orgánico para el Estado papal, ya que se rige más bien por toda una serie de leyes dispersas, promulgadas por los diversos pontífices y muchas de ellas más tarde anuladas o modernizadas. Hasta 1981 habían sido publicadas sólo en el Acta Apostolichae Sedis -publicación que recopila la normativa emanada de las máximas jerarquías católicas- más de 425 leyes y disposiciones que se refieren al Estado vaticano. Pero otras leyes o normas no han sido publicadas en las actas oficiales y hay que buscarlas en otros lugares. Muchas son inéditas.

A veces es difícil, incluso para gente muy introducida en el Vaticano, conocer la existencia de determinadas normas, o saber si están o no todavía vigentes o si han sido modificadas por algún pontífice. Este corresponsal tuvo que hacer más de diez llamadas de teléfono a los especialistas de dentro del Vaticano para saber si estaba aún en vigor o no la pena de muerte, en realidad abolida por Pablo VI el 21 de junio de 1969.

Lo más curioso es que a pesar de esta dispersión de leyes y normas todo está "atado y bien atado" en el pequeño Estado vaticano: se pueden encontrar normas que indican desde quién tiene que distribuir la correspondencia, pasando por la altura que debe tener un guardia suizo, hasta la velocidad de los coches en el interior de los palacios apostólicos.

Se trata de un Estado que siempre ha atraído la curiosidad no sólo de los juristas, sino de toda la gente. Basta pensar que durante los tiempos de Mao, China dedicó una vez 20 líneas en una publicación al Estado de la Ciudad del Vaticano. Este hecho parecía increíble en aquellos momentos.

Prohibido andar en bicicleta

Quien ha realizado el esfuerzo mayor para dejar constancia de las leyes internas del Vaticano ha sido el alemán Winfried Schulz, quien ha recogido en 1.200 páginas distribuidas en dos volúmenes, lo más importante de la legislación del Estado vaticano. Se trata de una obra que no está en venta en Italia y sirve sólo para los seminaristas de la pontificia Universidad Lateranense de Roma. El título del libro es Leyes y disposiciones en uso en el Estado de la Ciudad del Vaticano. En realidad, en este libro, está todo: desde la prohibición de ir en bicicleta dentro del territorio vaticano hasta el hecho de que un guardia suizo o un seglar que quiera tener un puesto de responsabilidad no puede pertenecer a ningún partido político.

Por una parte, parece claro que todo el poder del pequeño Estado se encuentra en manos del Papa. Pero al mismo tiempo, este poder está muy descentralizado hasta el punto de que, a veces, le resulta difícil al mismo Papa, como sucede en los problemas de tipo económico, conocer de verdad lo que se cuece allí dentro, ya que existen tantas contabilidades como organismos y muchas veces funcionan con total autonomía entre ellos.

También resulta difícil a veces distinguir entre Secretaría de Estado, que es el organismo ejecutor de las decisiones papales; la Curia romana, que está formada sobre todo por las congregaciones y secretarios -muchos de ellos viven en el Vaticano-, y el Estado de la Ciudad del Vaticano, que tiene hasta sus límites territoriales y un número concreto de ciudadanos. Y son muy severas las normas para los habitantes del Vaticano que están casados. Si se separan o divorcian pierden inmediatamente, la nacionalidad.

Fue Pablo VI quien modificó en 1969 toda la vieja legislación penal del Vaticano. Hasta entonces esta ha aún vigente el Código Penal del Reino de Italia, que preveía la pena de muerte en algunas circunstancias, como, por ejemplo, a quien hiciera un atentado a la vida o a la libertad del rey o de jefe de Estado. Estando considerado el Papa como un jefe de Estado cualquier atentado contra su persona estaba condenado con la pena de muerte. Pablo VI abolió esta ley y rebajó a sólo cinco años de cárcel un delito cometido por un menor o por un demente. Queda también exento de toda pena "el sordomudo que en el momento que ha cometido el delito no poseía, por motivo de su enfermedad, la capacidad de entendimiento y voluntad".

Restricciones de visitas

Han quedado, sin embargo, muy severas las normas para entrar en las habitaciones de los que viven dentro del Vaticano, sin un permiso especial, nadie puede recibir a otra persona fuera de sus familiares más estrechos. Y sólo el Papa puede conceder a una persona el vivir durante un cierto período de tiempo en el Vaticano sin tener la nacionalidad.

Están previstas también todo tipo de castigos para quienes incumplen las leyes internas: van desde la cárcel a la censura pública y privada, a las multas en dinero. Pero para los simples empleados, la multa nunca puede ser más de la mitad del sueldo. Está castigado, por ejemplo, sacar gasolina. El motivo es que dentro del Vaticano cuesta la mitad que en Italia. La multa para quien sale con una lata de gasolina en el coche puede ser hasta de 100.000 pesetas.

Solo los coches del Papa no pagan contribución. Dentro del Vaticano no se puede ir a más de treinta kilómetros por hora y en la mayor parte de las calles los coches deben ir a paso de hombre. Están también severamente prohibidos todo tipo de vendedores ambulantes y el castigo para los transgresores puede ser hasta de tres meses de cárcel.

El Vaticano cuenta también con todo un equipo sanitario compuesto por un director de todos los servicios, siete médicos cirujanos permanentes y otros diez suplentes, dos farmacéuticos y dos enfermeras. Entre sus funciones, según el reglamento, figuran la asistencia a los presos vaticanos y la vigilancia del cementario.

Medicinas gratuitas

Para todos los habitantes del Vaticano las medicinas son gratuitas si las adquieren en la farmacia del Vaticano, mientras que si las compran fuera se les reintegra sólo el 70%. A todos los residentes se les otorga gratis las curas termales y las prótesis dentales. Pero quedan excluidas "las operaciones de tipo estético". En la primera legislación quedaban excluidas también de seguro las enfermedades "producidas por accidentes de trabajo". Esto ha sido abolido y queda sólo en el caso en que dicha enfermedad haya sido provocada por "un accidente de trabajo dudoso o culpable".

Por lo que se refiere a las vacaciones, todos los que viven en el Vaticano tienen derecho a todas las festividades eclesiásticas y a un mes de verano. Y se les pueden conceder ocho días más "para hacer ejercicios espirituales". Todos los que tienen un cargo trabajan 33 horas a la semana y los subalternos 39 horas. El absentismo laboral se castiga con un descuento en el sueldo de la parte correspondiente a la ausencia y con eventuales sanciones disciplinarias.

El Papa nombra capitán

La guardia suiza, el único cuerpo militar que ha quedado en pie y que es más bien decorativo, está compuesto por noventa personas mandadas por un capitán comandante con el grado de coronel. De ellos, sesenta son alabarderos con grado de sargentos. El nombramiento del capitán corresponde personalmente al Papa y tiene que ser un suizo de nacimiento.

Todos los candidatos tienen que ser de familia católica y no estar afiliados a ningún partido político. Tienen que ser solteros, no mayores de treinta años, y tener 1,74 centímetros de altura. Para casarse necesitan el permiso del Papa, y la esposa tiene que ser una católica practicante. Sólo a los guardias que han estado por lo menos cinco años en activo se les puede permitir, cuando se vuelven a su patria, y si su conducta lo ha merecido, llevarse el uniforme de gran gala como recuerdo.

Pero quizá la ley más revolucionaria hecha en los últimos tiempos es la de Juan Pablo II, con fecha 3 de junio de 1981, con la cual, por primera vez en la historia del Vaticano, se permite a todos los trabajadores seglares constituirse en asociación libre "para tutelar los intereses profesionales, jurídicos y morales, individuales y colectivos de sus propios asociados y para promover el progresivo mejoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo".

Esta asociación, cuya sigla es ADLV (Asociación Dependientes Seglares del Vaticano), no es un verdadero sindicato, pero a pesar de todo es una novedad absoluta. Y por primera vez en este estatuto aparece en la legislación vaticana la palabra democracia, donde dice que las decisiones de la asociación y de sus órganos serán adoptadas " aplicando el método democrático". Dicha asociación se ha reunido ya en asamblea plenariá vanas veces y ha amenazado con una huelga dentro del Vaticano. El Papa hasta ahora las ha evitado, concediéndoles las mejoras que pedían.

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