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El Papa y Alí Agca

( ... ) El Papa se entrevistó en la cárcel de alta seguridad de Rebibbia con un detenido que goza de trato especial. Veinte minutos departió Juan Pablo II con Mehmet Alí Agca, de 26 años y condenado a cadena perpetua, el ciudadano turco que hace dos años y medio intentó asesinarle en la plaza de San Pedro. El porqué de la necesidad de este encuentro no parece evidente a primera vista. El perdón a su frustrado asesino se lo concedió a los cuatro días del atentado, en cuanto los médicos le permitieron hablar. Es de suponer que esto debería haberle bastado al turco.Lo que ambos se dijeron al oído durante su encuentro en Rebibbia sólo los interlocutores lo saben. Hubo una genuflexión, un beso en la mano y un abrazo. El turco hacía tiempo que se había arrepentido públicamente de su acción, definiéndose como instrumento de los servicios secretos búlgaros y, por tanto, de los soviéticos. Sus declaraciones han convertido a un empleado de una compañía aérea búlgara en un acusado, cuyo juicio comenzará en abril. Agca comparecerá como testigo, aunque su credibilidad se ha visto disminuida por sus contradictorias manifestaciones. El turco no es sólo un consumado terrorista, sino también un experimentado asesino: como miembro de los Lobos Grises, grupo de extrema derecha, asesiné a un periodista turco de ideología liberal. Debe pensarse que no ha sido intención del Papa revalorizar a Agca como testigo con vistas al juicio. Es muy probable que Karol Wojtyla siguiera el impulso de conocer en persona a quien intentó quitarle la vida. Es una oportunidad que muy pocos obtienen. Claro que Papa no hay más que uno.

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