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CATALUÑA

Dos niños muertos y varios heridos en el incendio de un centro de Mataró para jóvenes marginados

Dos muertos, un herido grave y otros seis lesionados de diversa consideración es el trágico balance (le un incendió registrado en la madrugada de ayer martes en una residencia de Mataró (Barcelona) para chicos difíciles y con problemas familiares. A pesar de que las causas del incendio aún no han podido ser determinadas, se sospecha que una de las víctimas se durmió en su litera con un cigarrillo encendido.

Eran las 1.15 horas cuando un coche patrulla de la Guardia Urbana pasó por delante del edificio donde se halla ubicado el Centro de Formación y Prevención de Mataró, situado en la calle de Vallés número 24, en el barrio de la Cirera, al norte de la ciudad. Todo era normal y los guardias siguieron su recorrido. Cinco minutos más tarde, en uno de los cuatro dormitorios del centro, donde dormían cuatro muchachos, se inició un incendio. "No hubo muchas llamas, pero sí mucho calor y humo, un terrible y asfixiante humo que dificultó mucho la salida de los chicos por el patio interior", comentó un miembro de la Guardia Urbana de Mataró.Según el relato del policía, dos jóvenes, José María Collet Fernández, de 13 años, y Pedro Violeta Cabrera, de 9, murieron asfixiados en medio de la confusión y de la oscuridad. Sus cuerpos, que aparecieron junto a literas, quedaron, prácticamente calcinados.

Otras siete personas, entre ellas el monitor, resultaron también afectados por el humo y el fuego, pero sólo uno de ellos, Juan Carlos Espejo Chaparro, de 11 años, sufrió quemaduras de gravedad. Ayer mismo fue internado en la unidad de quemados de la residencia del Valle de Hebrón, en Barcelona, donde se le diagnosticaron quemaduras de segundo y tercer grado en el 30% de su cuerpo. Los médicos explicaron ayer, que pese a la gravedad de las lesiones, el principal problema del paciente era el mal funcionamiento de sus pulmones, debido a la asfixia producida por el humo.

En cuanto a los otros heridos, el parte médico facilitado a este periódico por el propio Ayuntamiento de Mataró especificaba que el monitor, Jorge Escrig Guinovart, de 27 años, y los hermanos Vicente, Francisco y Antonio Rivera Benitez, de 13, 10 y 5 años, respectivamente, se hallaban bastante recuperados de la fuerte intoxicación que sufrieron mientras escapaban de la residencia por un patio interior. Jorge Escrig fue quien ayudó a algunos muchachos a encontrar el camino del patio interior. Los otros dos heridos, Moisés y Juan Pérez Camacho, de 11 y 12 años, que habían sufrido diversas quemaduras de primer y segundo grado en la cara y en las manos, se recuperaban ayer en la clínica La Alianza, de Mataró. Pocas horas después del incendio, una brigada municipal tapiaba las ventanas de la residencia, completamente chamuscada, bajo la atenta mirada de los vecinos de la zona. "Hoy hemos vuelto a nacer", explicaba una mujer a sus amigas. Su hipótesis, "no muy descabellada", según un policía municipal, se basaba en que "si el fuego se hubiera registrado en la parte interior del edificio y no en una de las habitaciones exteriores, hubiera podido afectar las conducciones del gas, que, quizá, hubieran estallado".

Chicos con problemas

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Jaume Clopes, el director del Centro de Formación y Prevención, estaba ayer desolado y nervioso. Faltaban pocos minutos para que se iniciara una reunión en el ayuntamiento en la que iban.a participar, entre otros, el conseller de Justicia de la Generalitat, Agustí Bassols, y el director general de Protección Tutelar de Menores, Enric Vendrell."Esta residencia existía desde hacía un año gracias a un convenio firmado por el propio centro, Cáritas Interparroquial de Mataró, una Caja de ahor'ros y el ayuntamiento", explicó Jaume Clopes, que se hallaba afectado por "la muerte de estos dos chavales".

Según el responsable del centro, y refiriéndose a las víctimas, "el más joven, Pedro Violeta, ya había logrado recuperarse de los problemas que le había ocasionado la destrucción de su familia y esperábamos devolverlo a sus abuelos dentro de unos días. José María Collet llevaba muy poco tiempo con nosotros. Su problema era el típico de un joven que ve cómo la unidad de sus padres se rompe. La separación y los problemas económicos de la familia le repercutieron a él directamente y su internamiento en nuestro centro era lo más aconsejable. Aún no se había acostumbrado a nuestro ritmo".

Un centro para conflictivos

El piso-residencia del Centro de Formación y Prevención de la Delincuencia de Mataró abrió sus puertas en mayo del 81 gracias a un convenio entre diversas entidades públicas y el centro. En el mismo convivían 15 muchachos en edad de cursar EGB, aunque en el momento del incendio sólo lo ocupaban 12 de ellos, que procedían o bien del Tribunal Tutelar o bien de familias con problemas de convivencia que, según los educadores, pudieran conducir a los hijos al abandono del hogar o a la delincuencia.La residencia funcionaba en régimen abierto, de tal manera que durante los fines de semana y las vacaciones los muchachos se reintegraban a sus respectivas familias. Durante estas ausencias los educadores realizaban un "seguimiento a distancia".

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