División en la OTAN sobre el aumento de los gastos en armamentos convencionales
Los 16 ministros de Defensa de la OTAN iniciaron ayer la reunión semestral del Comité de Planes de Defensa divididos sobre la necesidad de aumentar en los próximos años la contribución de los países miembros a los gastos militares convencionales, una vez que se ha superado el punto crítico del comienzo del despliegue de los euromisiles previsto para finales de 1983.
La fuerte presión que ejerce Estados Unidos en favor de conseguir entre 1985 y 1990 que la OTAN gaste 9.000 millones de dólares (cerca de 1,5 billones de pesetas) en la mejora de su infraestructura militar contrasta con la difícil situación económica de los miembros europeos de la Alianza Atlántica, que este año no han podido cumplir -salvo el Reino Unido, Noruega y Luxemburgo- el objetivo de dedicar el 3% de su producto nacional bruto a gastos de defensa.En las estadísticas facilitadas ayer por la OTAN sobre los gastos por países no figura la de España, país que hasta ahora no ha contribuido a dichos gastos. En las reuniones celebradas el lunes y el martes por el comité militar y por el Eurogrupo se acordó, no obstante, modernizar los ejércitos aliados durante 1984 con la adición de 700 nuevos tanques, 350 vehículos blindados, 60 cañones y 40.000 misiles antitanque, por lo que respecta a los ejércitos de tierra.
Las fuerzas aéreas incrementarán su arsenal con 300 nuevos aviones de combate (F- 16 y Tornado) y cisterna, equipados los primeros con los más modernos sistemas electrónicos de armamento. Por su parte, las fuerzas navales contarán con ocho nuevas fragatas o destructores, 10 minadores, seis petroleros, dos submarinos y 20 helicópteros para la lucha antisubmarina.
A finales de este año, el número total de fuerzas integradas en la OTAN en Europa asciende a 1.670.000 soldados de infantería, 420.000 del aire y 250.000 de marina. España, Francia e Islandia no contribuyen a estas fuerzas.
El debate de los euromisiles
La reunión de los ministros de Defensa de la OTAN, que será seguida mañana de la de sus colegas de Asuntos Exteriores, ha logrado superar la tensión de los últimos cuatro años por el debate de los euromisiles.
El que los primeros cohetes Pershing 2 y misiles de crucero hayan comenzado ya a instalarse en la RFA, el Reino Unido e Italia, en un despliegue que durará cuatro años hasta completar el número de 572 acordado en 1979, y el que la Unión Soviética haya decidido retirarse de las negociaciones de Ginebra no han logrado disminuir el peligro de confrontación entre las superpotencias y, sobre todo, el miedo a que una eventual confrontación atómica puede limitarse al escenario europeo. De ahí los intentos, aparte de las reservas al conjunto de países como Dinamarca y Grecia, de forzar a las dos grandes potencias a reanudar las negociaciones, bien sólo de las INF (euromisiles) o bien incluyendo esta cuestión dentro de las otras negociaciones sobre misiles estratégicos intercontinentales (START).
La República Federal de Alemania siente ahora con más claridad, por primera vez desde la segunda guerra mundial, que se ha quedado en primera línea de fuego, lo que puede hacer renacer, como ya está ocurriendo, un sentimiento nacionalista con miras a la reunificación alemana y a su salida de la OTAN para declararse, conjuntamente con la Alemania del Este, un Estado neutral.
El ministro de Exteriores de la RFA, Hans-Dietrich Genscher, ha propuesto un texto de declaración, que será discutido el jueves, para hacer saber a Moscú que la OTAN puede todavía volverse atrás de su instalación de euromisiles si se llega a un acuerdo, basado en el equilibrio o en la opción cero (eliminación total de los misiles de alcance medio por uno y otro bando).
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