El ex primer ministro Kakuei Tanaka marca, desde la sombra, el ritmo de la política nipona
Japón prepara unas elecciones generales, anticipadas para el 18 de diciembre, cuya finalidad es intentar desbloquear la parálisis política que sufre el país, a raiz de la negativa del ex primer ministro, Kakuei Tanaka, a dimitir de su escaño parlamentario a pesar de la condena a cuatro años de cárcel por corrupción. La campaña electoral coincide con el deseo del Gobierno de potenciar la defensa e internacionalizar el papel del yen de acuerdo con el poderío económico de Japón.
En cualquier papelería de Japón pueden comprarse unos sobres especiales destinados a depositar dinero para entregar en señal de agradecimiento, regalos de bodas, pésame por un fallecimiento o para cerrar un negocio. Esa práctica corriente, de raíces históricas, adquiere diferentes proporciones según los casos.Para Kakuei Tanaka, el sobre, o la transferencia bancaria, fue de 500 millones de yens (unos 300 milones de pesetas), entregados por la multinacional norteamericana Lockheed, para cerrar un contrato de compra de aviones. Pero Tanaka era el primer ministro y el hombre más influyente de la escena política japonesa en los últimos 20 años. Saltó el escándalo en febrero le 1976. La condena a cuatro años de cárcel llegó el pasado 12 de octubre, y la negativa de Tanaka a dimitir creó un boicoteo por parte de todos los partidos de la oposición, que ha forzado al Gobierno del primer ministro, Yushiro Nakasone, a disolver el Parlamento y convocar elecciones generales el 18 de diciembre, en una operación de emergencia en la que el potente Partido Liberal puede perder influencia.
Es probable que las elecciones no cambien el panorama político japonés, dada la escasa influencia del segundo partido político nipón, que agrupa a los socialistas. Lo que sí deberán clarificar las elecciones es que hay una voluntad global, manifestado por una mayoría de la opinión pública, en contra de la corrupción política y favorable al establecimiento de un código de conducta más, severo para ministros y parlamentarios, en el caso de que se sientan tentados por aceptar algún sobre.
Un 'shogun' del siglo XX
Kalkuei Tanaka, de 65 años de edad, tiene un sillón en la Diet (Cámara Baja japonesa, donde legisla el Gobierno) desde 1947, cuando decidió compartir los negocios inmobiliarios con la política. Llegó a ministro a los 39 años y fue nombrado primer ministro a los 54, siendo el primer ministro más joven de la historia de Japón. "Su poder e influencia vienen de la época en que fue ministro de Obras Públicas, cuando Japón reconstruía el país después de la segunda guerra mundial", dice el profesor Rei Shiratori, director del Instituto para Estudios Políticos. En 1972, primer año del mandato del Gabinete Tanaka, presentó un ambicioso proyecto para modernizar el archipiélago japonés, con una nueva infraestructura de carreteras y vías ferroviarias, junto a la promoción de una política de descentralización urbana. Comenzó a funcionar el grupo Tanaka al estilo de los grandes shogunes, caudillos que controlaban el Japón ancestral hasta mediados del pasado siglo. Cierta Prensa liberal se inquietó por operaciones públicas con connotaciones de especulaciones de terrenos y con ramificaciones en algunos ministros del gabinete Tanaka.
El nombre de Tanaka volvió a salir en 1976, cuando ya no era primer ministro en una investigación en el Congreso norteamericano sobre empresas multinacionales de exportar. Fue la gota de agua que desbordó el vaso.
" Si Tanaka hubiese reconocido su actitud en el caso de la Lockheed, el asunto quizá no habría adquirido tanta importancia", explica Shiratori.
Entre tanto, Tanaka, como un buen shogun del siglo XX, continúa batiéndose en la escena política. Volverá a participar en las elecciones, con grandes posibilidades de salir reelegido. Continuará influyendo en el Partido Liberal -y en el nombramiento- desde el control de su fración en el interior del equipo liberal que hoy dirige Nakasone. El shogun de las sombras seguirá siendo el hombre más importante de la política japonesa.
Mayor abstención
"Según los sondeos de la Prensa", añade el profesor Shiratori, "el 80% de las personas consultadas opina que Tanaka debería dimitir". Punto de vista que comparten todos los partidos de la oposición, que, en señal de protesta, boicotean los trabajos de la Diet. Las previsiones electorales, en un censo de unos 80 millones de votantes, son que los japoneses puede que pierdan cierto interés por la política en ese voto centrado en el problema Tanaka. El índice de participación en la última elección fue del 74%, porcentaje que podría bajar al desertar parte del electorado, tradicional liberal, estable y conservador, que no acepta la férrea actitud de Tanaka. El desgaste de los liberales (que cuentan con una amplia mayoría, de 249 escaños, en una Cámara Baja con 511 sillas) puede significar una pérdida de 10 a 15 puestos. Este descenso puede ser nefasto para la continuidad de Nakasone. Sin inquietar a los liberales, el Partido Socialista de Japón puede aumentar su influencia, sumando escaños a los 116 puestos.
La lucha política después de las elecciones se vislumbra como una batalla de clanes en el interior del Partido Liberal. Actualmente, la formación que controla Tanaka, la más numerosa y activa, es la que decide a la hora de nombrar el presidente del partido y primer ministro. Nakasone debe el puesto al apoyo del grupo Tanaka, lo que explica que el actual primer ministro de Japón no pidiera, junto con la oposición y ciertas alas liberales, la dimisión de Kakuei Tanaka.
¿Sobrevivirá el primer ministro Nakasone a la actual crisis? La imagen de estadista de talla internacional, acentuada después de la visita del presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, a Tokio, el programa de la modernización y refuerzo de la defensa junto a una mayor representatividad de la divisa japonesa en el mundo financiero internacional son factores valorados como muy positivos a la hora de pasar balance a la gestión de Yashuiro Nakasone.
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