El doblaje en TVE
La emisión por TVE de la película Mouchette, de Robert Bresson, en versión doblada al castellano, evidencia de modo particular el absurdo, por no decir la aberración, de la práctica del doblaje. Entre los aficionados al cine es conocida la peculiar dicción plana, sin acentos, de los personajes de Bresson, y que me temo los dobladores no consiguieron reflejar.Es interesante subrayar este caso por cuanto en la misma semana tuvimos otros casos ilustrativos. El viernes, en La Clave, se proyectó en versión original la muy densa Dies Irae, del danés Karl Dreyer, y estoy convencido de que uno de los elementos indispensables de la película -un caso de intolerancia religiosa en el norte de Europa durante el siglo XVIII- es precisamente el idioma en el que está compuesta.
Un día antes, los cineamantes (que no teleadictos) tuvimos que soportar la emisión en castellano de El intendente Sansho, de Kenji Mizoguchi, dentro del por lo demás excelente ciclo de maestros del cine japonés, que ha constituido una revelación.
Si se fija, verá que estoy reclamando la proyección subtitulada de películas en idiomas incluso no muy conocidos, o desconocidos por completo en España. Ahora bien, reclamo también que los suibtítulos tengan al menos la misma calidad técnica de los doblajes, en los que España, para nuestra desgracia, destaca. Pues no la tienen. En cualquiera de los cines que proyectan versiones originales, se puede ver que a veces el subtitulador parece pagado por el enemigo.
Sin ánimo de trascendentalizar, creo que el vicio del doblaje es un síntoma del aislamiento en el que España ha estado y sigue estando. /
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