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Miles de detenidos y ejecutados en la campaña contra la delincuencia común en China

Grandes carteles blancos, con un trazo rojo en diagonal, informan a los transeúntes de las últimas ejecuciones. En el distrito de Gin Huai, en la ciudad de Nankín, un responsable del Partido Comunista Chino (PCCH) contesta a regañadientes a las preguntas de EL PAÍS: "Gente mala hay en todas partes, pero el 99% del pueblo chino es honrado. Además, nosotros sólo matamos a quienes han matado".No hay estadísticas oficiales sobre el alcance de la represión. Se sabe que 30 personas fueron ejecutadas en Pekín el pasado mes de agosto, que hubo otros 38 fusilamientos. en Shanghai, 50 más en Xian y 98 en Guiyang. En medios occidentales se habla de hasta 700.000 detenidos. Pueden ser decenas de miles más o menos. Las cifras son siempre algo relativo en China, donde se concentra la cuarta parte de la humanidad.

En cualquier caso, está comprobado que hubo una ola de delincuencia durante los últimos años. Asesinatos, robos, violaciones. Los delincuentes son, en su gran mayoría, jóvenes entre 18 y 35 años. Algunos atribuyen las causas al contagio de las ideas burguesas; otros, al desempleo creciente y al desarraigo que para millones de adolescentes supuso, durante la Revolución Cultural, el ser enviados a trabajar en el campo varios años, para regresar después a las ciudades con sus estudios interrumpidos y sin puestos de trabajo.

La revista oficial Pekin infonna lo explicaba así el pasado mes de septiembre: "Durante algún tiempo se observó un relajo en la represión de los autores de delitos. Ciertos magistrados y responsables de la seguridad pública enfatizaron unilateralmente la educación v desatendieron el castigo: pusieron el acento en la clemencia y olvidaron la sanción. Como resultado, un cierto número de delincuentes que cometieron graves delitos no recibieron el correctivo adecuado y siguieron perpetrando, maldades y produciendo descontento entre el pueblo".

Castigar severamente

Pero, continúa la revista, "algunas localidades han castigado severamente, conforme a la ley, a los responsables de homicidios, robos a mano armada, violaciones y latrocinio. Esto es necesario para mantener. el buen orden social y garantizar la seguridad de la vida y bienes del pueblo".En su despacho de Pekín, Chang Y su, director del departamento de estudios legales del Ministerio de Justicia, declara que son las masas populares quienes piden castigos severos para los delincuentes. Las masas apoyan a la policía, denuncian a los maleantes y, a veces, los detienen".

Por su parte, Sin Wen-ken, jefe de división del mismo ministerio, afirma que "las masas luchan valientemente contra la delincuencia, porque comprenden la importancia de esta tarea para preservar los bienes del Estado y conseguir. las cuatro modernizaciones". El programa de las autoridades actuales incluye esas cuatro modernizaciones de la agricultura, la industria, la educación y la defensa para finales de siglo.

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"Esas modernizaciones", prosigue Sin, "necesitan orden y buen ambiente. Por eso, algunos padres llevan a sus propios hijos a la policía y algunas esposas denuncian a sus maridos si cometieron delitos", dice, orgulloso de la colaboración ciudadana.

¿Cómo existe delincuencia en China, donde se ha abolido la proviedad, privada de los medios de producción y, teóricamente, eliminado a las clases explotadoras? Sin Wen-ken responde sin vacilar un instante: "el pueblo chino destruyó, efectivamente, la vieja sociedad, pero aún quedan vestigios de las clases explotadoras, del feudalismo. A eso hay que añadir el desorden creado por Lin Biao, por la banda de los cuatro y por la Revolución Cultural, que aumentó mucho la delincuencia. Además, está la influencia extranjera, que llega a China por diferentes canales".

Reconoce sin que hoy día la mayoría de los delincuentes son gente joven, influida por ideas perniciosas, por modas extranjeras y "por quienes se oponen a la dictadura del proletariado". En los últimos tiempos, admite también el funcionario del ministerio de Justicia, han aparecido casos de consumo y tráfico de drogas, así como de películas y videos de carácter pornográfico. "Pero -concluye-, en comparación con otros países, el porcentaje de criminalidad -en China es bajísimo, un siete por cada 10.000. Aún así, es mucho para,una sociedad socialista y tenemos que erradicar esa plaga".

Las autoridades chinas han desmentido que tras esta campaña de orden público se esté encubriendo una represión contra disidentes políticos. Hubo incluso un desmentido oficial respecto a seis ejecuciones en Tibet, que los partidarios del exiliado Dalai Lama atribuyeron a motivos políticos, mientras que en Pekín se aseguro que eran delincuentes de derecho común.

En cualquier caso, los procedimientos son sumarios -a veces se tarda sólo una semana entre la detención, el juicio y la ejecución o la condena a campos de trabajo- y las penas muy severas. La campaña goza de gran popularidad y tanto en fábricas, como en comunas o despachos oficiales se afirma que estas medidas son "necesarias y apropiadas". Nadie sabe el número exacto de ejecuciones, pero es fácil oir eso de "tenían que matar a muchos más".

Una curiosa modalidad legal en la República Popular China es la suspensión por un período de tiempo -por lo general dos años- de la máxima pena. Algunos procesados son condenados a muerte, pero se les concede ese tiempo de prueba. Si al final del mismo no hay signos de arrepentimiento o reforma, el reo es ejecutado. Esto fue lo que sucedió a la viuda de Mao, Jiang Qing, que fue sentenciada a la pena capital a finales de 1980.

Un tiro en la nuca

El método de ejecución, generalmente, es el mismo: al reo se le atan las manos a la espalda, se le hace arrodillarse y se le dispara un tiro en la nuca, con pistola o fusil. Un cartel, colgado de su cuello, explica los delitos por los que se le ha condenado, y su nombre aparece tachado por dos trazos rojos en forma de equis. Ha habido casos de ejecuciones públicas, pero por lo general se considera suficiente pasear a los condenados en camiones por las calles céntricas de las ciudades para "educar a las masas". En las áreas abiertas a los extranjeros se ha suprimido esta práctica.Los culpables de delitos considerados menores pueden ser enviados a la cárcel o a campos de reeducación por el trabajo". Por los datos que han conseguido obtener los corresponsales occidentales basados en Pekín se sabe que las condiciones en esos campos son bastante duras, aunque se suele pagar a los reclusos un salario, quizá la mitad del sueldo medio. Un folleto oficial, China: hechos y cifras, señala que "el principio de combinar el trabajo productivo con la educación política, con énfasis en esta última, se practica en los campos".

Las prácticas brutales, que eran algo común durante la Revolución Cultural, parecen haber desaparecido y, habida cuenta de la dureza del sistema, penintenciario, las condiciones de vida fueron calificadas de "razonables" por periodistas occidentales que visitaron algunos de estos campos y cárceles, en los que sí se recluye a, disidentes políticos o "contrarrevolucionarios".

Las mismas fuentes valoraron como muy positivo el proceso de codificación legal emprendido en la República Popular China tras la caída de la banda de los cuatro y la, rehabilitación de Deng Maoping. Aunque se critica la politización de muchos tribunales, o la influencia del partido comunista, se reconoce una intención'evidente de las nuevas autoridades por dotar a China de un marco jurídico, algo que no existía durante la turbulenta década de la Revolución Cultural.

Chang Y su, director del departamento de estudios legales del iministerio de Justicia, subraya que, desde 1978 (año de la ascensión de Deng al poder) hasta la fecha se han dictado en China 515 leyes, entre ellas un código penal que "se ha reescrito treinta veces" y en el que se aplican graves sanciones a "los contrarrevolucionarios que se oponen a la dictadura democrática del pueblo". Este nuevo sistema legal, explica Chang, prohibe expresamente la tortura, defiende la inviolabilidad personal y los bienes privados, ahora admitidos en China a través de los trabajadores por cuenta propia o los campesinos que cultivan su propia parcela. Se trata, en última instancia, dice, de acabar con la,anarquía que supuso en todos, los órdenes la Revolución Cultural".

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