La ‘cumbre’ hispano-portuguesa de Lisboa concluye sin resultados importantes de carácter político o económico
España y Portugal decidieron ayer institucionalizar los contactos políticos entre los dos Gobiernos con una reunión anual al nivel de primeros ministros, y expresaron la intención de negociar para 1984 un plan de pesca que resuelva el contencioso pendiente entre los dos países desde que, a primeros de año, las autoridades portuguesas prohibieron a los pescadores españoles faenar dentro de las 12 millas territoriales que está previsto en el tratado de 1969, vigente por 20 años. Una segunda y última jornada confirmó los pobres resultados de la primera.
La delegación de 33 funcionarios españoles -entre ellos, los ministros de Asuntos Exteriores, Economía, Agricultura y Obras Públicas, tres secretarios de Estado y directores generales de cuatro ministerios el resto- no ocultaba anoche, en comentarios privados con los periodistas, el pesimismo general por el escaso resultado práctico conseguido en la cumbre hispano-lusa, que ha estado reunida aquí el viernes y el sábado bajo la presidencia de Felipe González y Mario Soares.Sólo tres acuerdos de menor cuantía fueron firmados al final de la cumbre: uno sobre reparto de frecuencias para radio aficionados de los dos países, otro sobre sanidad animal y protección de algunas especies y un tercero, que ya estaba negociado desde hace algunos años, sobre la construcción por parte española del puente sobre el río Miño.
El presidente del Gobierno español, que traía en cartera el borrador de tina carta dirigida a los jefes de Estado y de Gobierno de los 10 países del Mercado Común para concertar su texto definitivo con Mario Soares, que se apuntó a la idea de Felipe González cuando éste la expuso en la cumbre socialista de Atenas hace unas semanas, se encontró con que su colega portugués ya se había adelantado y, sin consultársela, la había enviado el 28 de octubre pasado a las capitales de los diez.
En la carta que tiene la intención de enviar España el lunes se solicita una respuesta clara sobre la intención de los Gobiernos europeos de acceder sin condiciones a la integración de España y Portugal, una vez que se hayan resuelto los problemas internos de la Comunidad.
Éste es sólo un detalle de la actitud encontrada aquí por la delegación española, que, según algunos de sus miembros, "ha pecado de ingenuidad" al acudir a la llamada de una cumbre por parte del Gobierno Soares, que, salvo en el exceso de protocolo, no ha mostrado ningún interés por resolver la tradicional situación. de olvido en que viven los dos países entre sí.
El secretario general de Pesca, Miguel Oliver, uno de los 33 funcionarios participantes, manifestó ayer que no tiene muchas esperanzas de que el contencioso pesquero. pueda resolverse, fundamentalmente por el equivocado planteamiento de principio que tiene Lisboa, creyendo que lo que en realidad es sólo un 10% de la industria española (la del sector de la cigala) supone que toda la flota española se volcaría en las costas portuguesas si se estableciera una cooperación bilateral.
Para dar sólo un ejemplo de la desconfianza y susceptibilidad portuguesa respecto de lo español basta citar que se empleó una hora ayer en la redacción del comunicado final sólo en la frase, dentro del campo cultural, que dice: "...y respetando la especificidad cultural de cada uno de los dos países...". El texto español decía: "Arribas partes, animadas por el deseo de profundizar la cooperación en el campo cultural, convienen...". Durante una hora, la parte portuguesa estuvo redactando la inclusión del respeto a la especificidad.
A última hora de ayer Felipe González fue recibido por el presidente Ramalho Eanes, en el palacio de Belén, sede de la Presidencia. Felipe González regresa en la mañana de hoy a Madrid.
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