El Atlético ofreció una triste imagen en La Rosaleda
El presupuesto del Málaga apenas llega a los 200 millones de pesetas. Más o menos lo que gana Maradona en tres años, multinacionales, hamburguesas y otras minucias al margen. Es, por ejemplo, la tercera parte de las deudas del Atlético, sólo las de corto plazo, las agobiantes; o lo que tiene que pagar el Madrid por el fichaje de Juan Lozano. Con esta cantidad el Málaga comparte el liderato con los grandes, abrió la crisis del Madrid endosándole hace unas fechas seis goles, y anoche volvió a ensañarse con un equipo madrileño.En el Málaga casi ningún jugador supera los dos millones de pesetas de ficha. Para recitar su alineación hay que empezar por Fernando, pasar por Popó, Muñoz, Recio o Martín, y acabar en José. Su entrenador se apellida Benítez; y el presidente, Pérez.
Ante el Atlético jugaron siete hombres de Málaga, uno vecino de Jaén (Toto), otro de Santurce (Martín), y dos injertos argentinos, Regenhardt -el toque de exotismo lingüístico y fisico- y Rodríguez. Benítez redondeó la faena ante el Atlético, con estocada premeditada y alevosa, al dar entrada también a Azuaga y Ernesto, del filial.
El Atlético colocó ayer su cabeza en bandeja de plata. Para desestabilizar a un equipo como el malagueño había que comenzar porque los dos hombres clave no fallaran. Es una cuestión de nombres propios: Luis y Jesús. El primero, Aragonés, el ideólogo, volvió a plantear un esquema prudente que permitió ir ganando terreno poco a poco a su aguerrido adversario; el segundo, Landáburu, no fue el cerebro que precisaba el Atlético en un campo en malas condiciones. Para que la debacle fuera completa debila existir cierta confabulación desde dentro del propio equipo, algo a lo que el club del Manzanares está muy acostumbrado. Fue la conflabulación deportiva del mal juego. Una intoxicación de pésimo fútbol que ya empieza a resultar sorprendente: dos goles en Gijón, cinco en el Bernabéu y otros cinco en Málaga.
Y es que el Atlético es la paradoja eterna. Ya ni siquiera es el pupas. Se le buscan ronchas por todos lados, incluso cuando el equipo va líder. No tiene arreglo, como no lo tuvo ayer ninguno de sus centrocampistas. Para cohno de males, la defensa, sin Arteche, resbaló más de lo preciso. Luis intentó cubrir la ausencia del excelente defensa lesionado alterriando a Ruiz y, Balbino en el puesto. Un fracaso, Rodríguez, Toto y José hicieron fracasar también a Quique y Clemente. No valen excusas de reclamar penaltis o evocar fallos clamorosos en ataque. El Málaga, para entonces, ya le estaba jugando al Atlético con su mejor arma, ese contragolpe que parece sufrir una seria avería en el equipo de Luis Aragoniés.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.