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Utsumi, monje budista

Está en Guernica orando por la paz y el desarme durante una semana

En cuclillas sobre una leve manta, cubierto con un sayal blanco y una túnica amarilla -colores fúnebres en la simbología oriental-, Utsumi salmodia su oración mientras golpea con un palito un pandero en el que, en caracteres japoneses, aparece inscrita la siguiente máxima: "Es falso hablar de paz mientras se posean armas destinadas a destruir la vida".Tal es el pensamiento esencial de Igadachu Fuffli, el fundador de la secta a la que pertenece Utsumi. Fujii, que actualmente cuenta 99 años de edad, cumplió 61 aquel 6 de agosto en que Hiroshima y Nagasaki fueron escenario del primer holocausto nuclear. Seguidor de Gandhi, fundó poco después una congregación cuyos fieles recorren el mundo proclamando su mensaje antibelicista.

Una fotografía en color del fundador reposa sobre una rústica caja de cartón situada, a modo de altar, ante el monje, que ora desde el jueves en Guernica. Los curiosos que se acercan son invitados, mediante un escrito pegado en la pared, a expresar su identificación con los objetivos antibelicistas, escribiendo con un rotulador su nombre en una piedra y depositando ésta en el lugar. Así, centenares de piedras de todos los tamaños y colores han ido formando en torno al monje una especie de cromlech neolítico, en cuyo recinto sagrado ora Utsumi. Para que nada falte y la selección de piedras constituya un reflejo cabal de la sociedad vasca, alguien ha colocado entre los guijarros un pahíleto que denuncia la desaparición en Bayona de dos exiliados, miembros de ETA Militar. Durante siete días permanecerá sin comer ni beber y sin pronunciar palabra, aparte sus preces, en la puerta de la Casa de Juntas de Guernica. Unos pacifistas vascos a los que conoció en Italia le hablaron de Euskadi -y de la villa bombardeada en 1937, en particular- y de ahí que decidiera venir.

Viaja a pie o en auto-stop. Así ha recorrido medio mundo, solo o con otros miembros de su congregacion. Ha participado en marchas antibelicistas en Estados Unidos, Asia y Europa. Cruzó la URSS a pie para manifestarse en la plaza Roja de Moscú. Participó en la marcha que, partiendo de Hiroshima y Nagasaki, concluyó en el campo de exterminio de Auschwitz, así como en una concentración ante el Livermore Laboratory de California -corazón de la investigación bélica nuclear estadounidense-. El periódico de la mañana trae algunas cifras que relacionan las armas contra cuya proliferación ora Utsumi y los niños que le contemplan: según datos de Unicef, 10 niños mueren en el mundo cada minuto por enfermedades infecciosas debido a la falta de vacunas; en 1982, 40.000 niños murieron en el mundo por desnutrición. Mientras tanto, el gasto en armamentos supondrá, en 1983, 24 millones de dólares por hora (que serán 28 millones si se aprueba una propuesta presentada por Reagan al Congreso). Una hora de gastos militares serviría para alimentar a medio millón de niños durante un año.

Ora el monje. A lo lejos una estela de humo testimonia el reciente paso de un avión cazabombardero. Un poeta de la tierra, Blas de Otero, que conjugaba su verbo en caso acusativo, dejó escrito un poema, tan breve como terrible, antibelicista: Avant la lettre, que constituye su oración por el mismo objetivo de paz por el que reza Utsumi: "Por el cielo pasa, / qué cabrón, / un avión a reacción".

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