Un contratista amenaza con demoler la iglesia que reconstruyó si no le pagan las obras
Un pequeño contratista de obras, Luis Cruz, ha amenazado con demoler la iglesia de Sierra Elsa, ubicada en el término municipal de Cartes (Cantabria), en el caso de que el párroco de esta no le abone, antes de dos semanas, algo más de 700.000 pesetas que le adeuda por las obras realizadas en ella. José Luis Aguero, administrador del obispo de Santander, al que el párroco, Abel Hernández, responsabiliza del retraso de la cantidad adeudada, confirmó ayer la entrega a éste de más de nueve millones, cuyo destino y utilización se desconoce."Soy un humilde y honesto contratista, con un hogar y seis miembros en la familia, y no quiero por nada del mundo tener que demoler la iglesia, pero lo haré, aunque sea lo último que haga en mi vida, si no se me abona lo que me deben". Cruz no sólo ha tenido que hacer frente a dicha deuda, sino adelantar las cantidades no percibidas por los proveedores, no sirviendo de nada hasta el momento las reiteradas reclamaciones hechas al párroco, quien hace responsable al obispo de la situación. El derribo de la iglesia de Sierra Elsa, al objeto de recuperar ciertos materiales, es la única vía posible que el citado contratista entiende puede permitirle resarcirse de las 736.519 pesetas pendientes.
El párroco, Abel Hernández, responsable de la citada iglesia, así como de otras ermitas del mismo municipio y de la parroquia de Barcena Mayor, bastante alejada de éstas, reside en Santander y estuvo al frente de la iglesia de Reocín, hasta la desaparición de este pueblo motivada por la explotación de la mina por la Real Compañía de Minas Asturiana de Zinc, quien le indemnizó en su día con más de millón y medio de pesetas. Conocido por su afición a la caza mayor furtiva, ha sido numerosas veces multado por la autoridad gubernativa y caracterizado entre sus feligreses por su fuerte carácter. Por su parte, el contratista afectado, que asegura no tener nada personal contra la Iglesia o el obispado, afirma categórico que "lo primero es el pan de mis hijos, y luego, la confesión".
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