El presunto jefe de una banda de atracadores muere en el curso de un tiroteo con la policía
Antonio Vilariño, alias el Vila, de 46 años, conceptuado como -un delincuente muy peligroso por la Policía, murió ayer en el curso de un enfrentamiento con inspectores de la Brigada de Policía Judicial, cuando el taxi en el que viajaba fue interceptado frente al Museo del Prado. Según fuentes policiales, Vilariño, que según parece era jefe de una banda de atracadores, fue seguido por inspectores de la citada brigada desde la glorieta de Alonso Martínez, en donde tomó un taxi acompañado de una joven.El servicio de vigilancia, montado para descubrir a otros miembros de su banda, fue, sin embargo, interrumpido a causa del intenso tráfico. Minutos después, en el paseo del Prado, a la altura del museo de pinturas, los inspectores decidieron interceptar el automóvil, pues parecía que el supuesto delincuente se había percatado de su presencia y temieron que pudiera tomar al taxista corno rehén. Los inspectores, tras identificarse, se acercaron al vehículo y abrieron la puerta posterior derecha, con el fin de inmovilizar a Vilariño.
Según la versión policial, el Vila efectuó entonces un disparo que no llegó a herir a los inspectores, los cuales se arrojaron al suelo y dispararon dos veces contra el supuesto delincuente, hiriéndole mortalmente en el tórax y en el abdomen. Trasladado el herido en el vehículo policial al Hospital Provincial, se intentó operarle, sin que se consiguiera salvar su vida. Cuando se hallaba en la mesa de operaciones se le encontró entre los testículos una segunda pistola, marca Star, del calibre 9 corto, con cinco balas en el cargador y una en la recámara dispuesta para disparar. El arma con la que disparó era del mismo calibre, sin marca, y tenía cinco proyectiles sin percutir y uno detonado.
Vilariño, según la Policía, había sido detenido en 25 ocasiones como consecuencia de seis órdenes de busca y captura, seis delitos de hurto, tres lesiones, dos pasos clandestinos de fronteras, un par de robos y estar supuestamente implicado en dos homicidios consumados -en las personas de su mujer, María del Pilar Pompas, y de un carterista apodado el Moñigo- y otros dos realizados en grado de frustración. El fallecido, que en el momento del tiroteo, iba acompañado de la joven P. S. P, de 20 años, con la que convivía, había sido detenido en otros nueve países.
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