La reducción del déficit público condiciona la nueva política económica italiana
El Consejo de Ministros, presidido por el socialista Bettino Craxi y apoyado por cinco partidos que constituyen el actual centro izquierda, acaba de aprobar la nueva política económica para 1984. La operación ha sido difícil. La discusión en el Consejo de Ministros ha durado casi una noche entera. Lo han apellidado ya el plan Craxi o la gran paliza.
Se trata de recuperar, con nuevas medidas de austeridad, nada menos que cuatro billones de pesetas para las arcas del Estado para disminuir el enorme déficit público, que se estaba acercando a los 13 billones de pesetas.La nueva austeridad ha sido definida así periodísticamente por un diario de la capital: "Seremos todos más pobres". Pero los sindicatos y el Partido Comunista, que ha prometido dura oposición, han respondido enseguida que no es verdad. Que en realidad serán más pobres los de siempre: los que viven de un sueldo, porque sobre ellos se va a desencadenar la nueva paliza económica.
Por eso, el socialista Giorgio Benvenuto, secretario general del sindicato Unión de Trabajadores Italianos (UIL), de inspiración socialista-republicana, ha denunciado el hecho de que no se haya tenido el coraje, ni, siquiera esta vez que el Gobierno está presidido por un socialista, de imponer un impuesto especial y serio sobre las grandes fortunas.
Sin embargo, el director del diario Repubblica, Lugenio Scalfari, alabó ayer la valentía de Craxi en una editorial, aunque su temor es que la decisión tan radical de enderezar la economía pueda acabar otra vez en aguas de borrajas cuando pase por las horcas caudinas del Parlamento.
Y Scalfari recuerda que ya el ex presidente republicano Giovanni Spadolini había anunciado hace un año un corte aún mayor al gasto público y que había prometido reducir el déficit de cinco billones de pesetas. Después, aquella ley costó siete meses de discusión en el Parlamento y acabó aguada. ¿Será igual ahora? El miércoles empezará la discusión en el Parlamento. Craxi está convencido de que en 40 días la nueva ley de presupuestos y balances será aprobada.
De hecho, mientras otras veces era el secretario socialista quien gritaba diciendo que no había que ser demasiado derrotistas ni imponer medidas duras de caballo, esta vez ha sido él quien ha dado la alarma diciendo que se está al borde de la quiebra de la economía italiana.
¿Cómo va el Gobierno Craxi a disminuir el déficit del Estado, en cuatro billones? Recortará sobre todo en los ministerios de la Sanidad, de la Defensa, de la Enseñanza.
Los italianos irán perdiendo las ayudas familiares por los hijos en la medida del sueldo. Y pagarán los gastos de la salud también teniendo en cuenta los sueldos; no habrá nuevos puestos de trabajo en los ministerios y servicios públicos durante un año; se reformará la política de los sueldos y de las jubilaciones; se revisarán los cinco millones de inválidos de este país; aumentarán todas las tarifas públicas.
En Sanidad, las regiones y provincias tendrán que vérselas y deseárselas con lo que el Estado les da sin hacer deudas.
La impresión que existe es, sin embargo, de que la lucha en el Parlamento no va a ser difícil. Ha sido casi cada año durante la discusión de la ley financiera cuando han resbalado todos los gobiernos.
Esta vez, para el primer Gobierno, presidido por un socialista será un buen test. En el partido socialista están un poco asustados por estas medidas impopulares. Pero Craxi, imitando a Felipe González, ha decidido ser antes que nada hombre de Estado, y le ha dejado a su partido la libertad de criticar al Gobierno constructivamente y de patalear como todos los demás. Pero eso sin que le pongan zancadillas, ya que piensa que precisamente el partido, socialista tiene que dar hoy ejemplo de responsabilidad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.