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'Guerra religiosa' en un pueblo de la Galicia rural

Ángel Parrul Duval, pastor de una reducida comunidad evangélica instalada en Vilela, a menos de dos kilómetros de la villa orensena de Verín, muestra un interés casi obsesivo en dejar claro que "ellos creen en un Dios de orden". Y sin embargo la confusión está latente. Y desde hace unas semanas la tensión marca las relaciones y la convivencia diaria entre los aproximadamente 50 miembros de la llamada Iglesia Evangélica Filadelfia y sus vecinos católicos.

Las guerras religiosas no son infrecuentes en estas zonas deprimidas de la Galicia rural. El pasado mes de julio, en el cercano pueblo de Abavides, la mayoría católica impidió violentamente que una niña fuera enterrada de acuerdo con el rito de los testigos de Jehová, como querían sus padres, y algunos miembros de la secta fueron apaleados.En el caso de Vilela es preciso considerar un dato que, sin duda, añade crispación a este larvado enfrentamiento vecinal: todos los evangélicos son de raza gitana.

El conflicto arrancó como consecuencia de una decisión municipal por la que se cedía a la Iglesia Evangélica Filadelfia una pequeña parcela de 90 metros cuadrados para construir un lugar de culto. Durante largo tiempo, varias familias gitanas (unas 50 personas en total) se estuvieron reuniendo para orar en el domicilio de Antonio Montoya Escudero, en la céntrica calle Mayor de Verín. Dada la pequeñez de la vivienda y el hecho de que habían empezado a surgir las primeras quejas del vecindario, la comunidad evangélica se dirigió al ayuntamiento solicitando un terreno en el que construir su iglesia. Con el informe favorable de la comisión de Hacienda, el pleno municipal aprobó por mayoría absoluta la cesión, a cambio de una cantidad simbólica, del solar solicitado. De los 11 concejales sólo votó en contra el socialista Basilio Manso, quien propuso que el terreno se ofreciera para viviendas sociales.

Para el alcalde de Verín, Santiago Cid Harguindey, la cuestión está clara: "Estamos en un Estado de derecho que garantiza la libertad religiosa, y para mí todos los vecinos del municipio son iguales, y no puedo consentir que haya ciudadanos de primera o de segunda clase".

Sin embargo, los hay. El pastor Ángel Parrul está convencido de que además de la cuestión religiosa, los paisanos se oponen a esta Iglesia porque está integrada por gitanos. Parrul exhibe fotocopias del artículo 14 de la Contitución, en el que se reconoce que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación por razón de nacimiento o calidad de linaje.

En el transcurso de un "concejo abierto", al que asistieron casi todos los habitantes de la zona, el pueblo de Vilela mostró, por primera vez, su rotunda oposición a la construcción de la iglesia evangélica. Las protestas han sido constantes y prácticamente unánimes en las últimas semanas, y comisiones de una y otra comunidad pasan casi a diario por el ayuntamiento para determinar sus posiciones y defender hipotéticos derechos.

Firmas contra una iglesia

Algunos paisanos afirman que han logrado recoger más de 1.000 firmas al pie de un escrito de oposición a la actuación municipal en este caso. Los católicos payos hacen una variopinta exposición de motivos, y su línea argumental aporta, entre otros, conocidos elementos de la leyenda negra de los gitanos -hablan de supuestos robos de frutos del campo y aperos de labranza- y de xenofobia difícilmente justificable hacia personas que en muchos casos llevan 30 años en residiendo en la comarca. Los católicos payos temen, además, que la Iglesia evangélica atraería a muchos más gitanos a la zona y que Verín pueda convertirse en "un paraíso de las sectas". "No vale decir", añaden, "que si fuera para la Iglesia católica nadie se opondría, porque tampoco se opondrían en Inglaterra si fuera para los protestantes, ni en Marruecos si fuera para los mahometanos, ya que son mayoría".

Culto de siete a ocho

Chabolas construidas con palos, cartones y uralitas rotas albergan por ahora el culto de la congregación gitana, en sórdidos arrabales de Verín. Sus cánticos y los acordes de sus guitarras se pueden escuchar desde los alrededores. "Pero sólo tenemos culto de siete a ocho de la tarde, para no molestar" asegura Antonio Montoya Escudero; "sólo los jueves, que es día de vigilia, prolongamos los rezos hasta la medianoche".En medio de una extremada miseria, los componentes de la secta evangélica gitana salen adelante como pueden. Casi todos tienen oficios u ocupaciones humildes, como chatarreros, cesteros, descargadores de camiones o vendedores ambulantes, y algunos perciben el seguro de desempleo.

Gracias a su militancia religiosa aseguran que viven felices y rechazan cualquier imputación de sus vecinos, que dejan caer acusaciones solapadas, responsabilizándoles de robos y pequeños delitos.

Las insinuaciones maliciosas de algunos vecinos nunca se han traducido en denuncias concretas contra ningún gitano de Vilela, según palabras del alcalde, Santiago Cid. Por el momento, el conflicto surgido por la pretendida construcción de un templo evangélico se ha saldado con la renuncia de la congregación a la parcela que les cedió el ayuntamiento, al que piden en un escrito que estudie alguna fórmula de colaboración y algún tipo de ayuda, ya sea económica o en materiales, a fin de poder levantar la iglesia que nos permita desarrollar nuestras actividades religiosas en paz y armonía". Mientras tanto, los gitanos rezan por soleares a su Dios de orden.

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