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Reportaje:Crónicas de la 'rentrée'

Los ejecutivos, ejecutados

Hay de todo, pero todos dicen ¡ay!, un grito de alarma. El eje del ejecutivo falla. Algo muy malo puede pasar. Y en el gremio cunde el pánico. Una fuente de la organización empresarial CEOE señala, con estrés preagónico, que "de enero a mayo último fueron a la calle, según datos del Instituto Nacional de Empleo, más de 24.000 ejecutivos, a los que habrá que añadir los que a la vuelta de sus vacaciones se encuentren en las mismas condiciones". La citada fuente mortuoria agrega que "se han superado los 200.000 en paro declarado".El brazo ejecutor del empresario teme y sufre la terrible amputación. Y como de grandes cenas están las sepulturas llenas, .moriremos matando el hambre con una buena mariscada", según expresión de un ,alto y anónimo ejecutivo.

La crisis, de la que dicen que empezamos a entrar en el principio del fin, no perdona rangos. En el lujoso hotel Miguel Angel ya no proliferan los desayunos de empresa, también llamados de trabajo, con lo que los auténticos trabajadores del desayuno (camareros) se limitan ahora a repartir huevos a los clientes árabes: "Tremendo, tremendo; a estos árabes les da por inflarse de huevos ya de buena mañana", dice el maître Juan. Céspedes, "y los salones que alquilábamos a empresas por 25.000 pesetas para su desayunito de trabajo están vacíos".

En el hotel Ritz, hoy de la británica Trust House Forte, la empresa favorece el incesto entre políticos y económicos, bien del Gobierno, bien de la oposición. Separado este edificio de la Bolsa por un paso de cebra, son numerosos los bípedos que hacen uso de la senda, primero, y del caviar ruso (3.100 pesetas los 28 gramos), después. "Nuestros salones son los preferidos por banqueros y altísimos ejecutivos", declara el director del Ritz, John M. Macedo, "a quienes facilitamos cuantos caprichos nos soliciten". Caprichos son desde sábanas de hilo y bombones en la habitación hasta el té de las cinco para las esposas de los ejecutivos, por 900 pesetas y piano al fondo. La estrategia de este resucitado hotel consiste en no cobrar alquiler de salones para desayunos empresariales. Se cobra la galleta y se regala el envoltorio. Galleta en su estricta acepción.

En la Bolsa nada, se regala. Los barandilleros (a no confundir con los banderilleros) están de capa caída. Esos señores que a golpe de diario conservador se sacaban sus rentas con el juego de compraventa, se balancean hoy, cual aves de corral, en la barandilla que les separa de apoderados y dependientes. De tarde en tarde cacarean algo. Uno dice: "Ja, creo que te han llenado el morral de ponferradas, ja". Y el otro pone cara de querer mandarlo al lugar de origen del citado valor.

Bajo el parpadeo verde y rojo de las cotizaciones, un mundo vetusto de bronces, cristales y sólidas maderas vive como piedras del estanque en sus círculos concéntricos. Hasta que a las 11.30 horas los corros se deshacen para formarse otros, aquí y allá, en torno al café y al fármaco curativo. "Coño, tómate algo, que se te ve verde", aconseja un bolsista al amigo, que, en efecto, verde está.

"Es grande la desesperanza de los ejecutivos y especialmente entre los banqueros", dice, tomando aliento, el agente de cambio y bolsa don Pablo de la Nuez, "y yo lo he notado en que muchos no querían volver de sus vacaciones, no querían conectarse con la realidad y la acción".

La cosa se explica: "Esa tradicional ansiedad por volver al trabajo que caracterizaba al ejecutivo español ha desaparecido por culpa de la crisis, agravada con la medida del aumento de un. punto del coeficiente de caja decretado por el Gobierno". La medida sacudió y conmocionó al sector, cuyos brazos ejecutores se encontraban en las playas de moda en agosto, navegando, con bastón montañés o jugando con los niños en Disneylandia.

Para el, ejecutivo que solicita fondos hay más esperanzas que para el ejecutivo financiero que los oferta. El negocio mejora para uno en perjuicio del otro. Y este otro afronta .más dificultades y dolor" según el agente De la Nuez.

Dolor y dificultades que se ven en el rostro, antes triunfalista, del ejecutivo medio español, quien, así las cosas, cada día parece menos español y más medio. Pronto tendremos que sacar el bocata de la cartera de piel y comemos el lunch, como ingleses del sector público, en el parque de la esquina", otro anónimo y pesimista ejecutivo.

El final de una leyenda

Por el bufete de los abogados Baker & McKenzie (600 letrados en nómina en 22 países) pasan los ejecutivos transnacionales sin manchar las mullidas alfombras de Pinar, 18, y el abogado Carlos Rubio tiene la certeza de que algo que la crisis aportará va a ser la "demolición de una leyenda del ejecutivo como una especie de play-boy internacional, como un miembro de la jet-set en el mundo de la gran empresa". Aquí hay que distinguir entre ejecutivos de horario y riguroso control empleados por compañías multinacionales (o españolas con parecida organización) y el ejecutivo comisionista, cachondo y viva la virgen, que, en términos coloquiales de Carlos Rubio, "putea sin que le puteen".

Los primeros -digamos los serios- "viven bajo una presión y vigilancia permanente e intensa", añade el abogadode Baker & McKenzie, "eJercida por la dirección. de la casa matriz, que envía a los jefes en fin de semana o en día de fiesta española para apretar bien, y que a las ocho de la mañana quiere mirar papeles en el despacho".

Un ejecutivo asediado de esta suerte se lamenta diciendo que "una cosa es el traje de seda. salvaje, la cartera-Cartier y el rollo del lujo, y otra bien distinta, la realidad: tenemos quepasar cuentas al céntimo, nos recortan gastos y se nos pide que presentemos incluso el recibo de 200 pesetas,del aparcamiento".

Por eso abunda ya el ejecutivo de hamburguesa que se codea con la dependienta en MacDonald o en Wendy, el ejecutivo que tiene enterrada la tarjeta de crédito y baja por la calle de Orense con 100 duros en el bolsillo, un agujero en el estómago, medio ciego de la "artificialidad, lumínica" de su habitáculo laboral ',con escasas esperanzas y de mejoran.

"Esto es angustioso", habla uno, empleado en el sector público, "porque ni siquiera nosotros lo tenemos claro, ya que los jóvenes aprietan por detrás, y los jefes, por delante, y de hecho el despido es una amenaza a tomar en cuenta".

No obstante, los ricos pesebres abiertos a este privilegiado ganado aún se ven concurridos y jubilosos. El que invita por cuenta de la empresa en el restaurante La Dorada (a un tiro de piedra de Hacienda) es recibido por unos camareros disfrazados de marinería tipo marsellés, y el maitre se cuadra como un capitán de corbeta ante el almirantazgo, y entre tanto Popeye y mesas fondeadas atraca el petrolero con pescados del Sur y del Levante, y la masa ejecutiva sacia sus ansias estomacales por algo menos de 5.000 pesetas. No se habla como tal, sino. que se gesticula y vocifera como cual. Y a las cuatro de la tarde la cola aún sigue en posición de espera, sin más señoras que las recepcionistas. Para Rafael Martín, director de sala, "mientras no haya crisis de pesca no la habrá de pescado y tampoco de comensal", a quien se, le pone poco a poco un hocico de besugo.

Muchos optan por comer en pie luego de la gimnasia de mediodía. En El Presidente se quitan de las manos los aparatos Nautilus para aligerar glúteos (ya no se lleva el ejecutivo culón) por 50.000 pesetas de cuota anual. Y los más a la moda sacuden la grasa en las pistas de squash que con tanto éxito brinda el club Abascal: "Se han abandonado en verano y ahora los pobrecitos están en mala forma física, Aunque con menos nerviosismo y neurastenias que antes de irse de vacaciones", dice la Margot Almagro. El socio (580, con cuota de 100.000 pesetas de entrada) canta número: "Soy el 335 y tengo reserva con el 274 en la pista 8, para las nueve, duránte 45 miñutos". Paga, inclina la cabeza ante el ordenador y entra a zurrarle al director de un banco hasta ponerse feo, siendo visto por un público, también ejecutivo, a través del circuito cerrado, de televisión.

Un difícil problema

Los maduros prefieren la cadencia del, Club Vinanciero (pegado al Museo de Cera), centro exclusivo con minigolf, sauna y baños de asiento equipado, además peluquería especializada: "El problema del ejecutivo es el pelo, qué, se les cae. Hay mucho calvito aquí, y yo les hago un ánalisis y luego les doy el tratamiento de 7.000 pesetas", dice el peluquero del club, Francisco Lébana. Añade que no hay fácil remedio para este mal, pero que todo hay que intentarlo. Barbas apenas entran y colonias no se aplican luego de un corte corto".

El símbolo de la situación se consolidé, a pesar de todo; en el automóvil de la marca alemana BMW, porque un ejecutivo en Panda sería algo tan extraño zoológicamente hablando como un panda sobre un ejecutivo. En la octava y novena plantas de Castellana, 149, los importadores se frotan las manos: «Nos alegra que el ejecutivo dinámico haya elegido esta marca piara expresar al volante lo que es capaz de hacer en su trabajo", sentencia un portavoz. Los datos son festivos: en 1983 se habrán vendido 4.300 coches y numerosos accesorios, pues "al ejecutivo hay que ponerle extras que simbolizan agresividad y dinamismo".

Si llega este sujeto con vida, ánimos y compromisos nocturnos, la evolución de su curva existencial le lleva -según el rango a cualquiera de los tres D'Angelos enclavados en la ciudad. El director del situado junto al Meliá-Castilla, Pedro Geta, dice, abriéndose paso entre mozas despechugadas, que "nuestro cliente ejecutivo ronda los cuarenta, está casado y suele trincarse a una de éstas una noche a la semana por 10.000 pesetas, sin problemas y en el apartamento de ellas". Geta añade que "el cercano Meliá nos da la Vida, y los congresos, el alma".

Mejor paisanaje oferta D'Angelo-Castellana (antes Generalísimo), y es su director, José Luis Muñoz, quien asegura que "tal es el éxito en la rentrée que las más punteras hacen siete servicios en una n6che, y tan panchas". ¿Reclamaciones? "Bueno, siempre hay raros que vuelven a reclamar", explica una señorita, "porque el ejecutivo exige fantasías como los chiquitos de colegio". Y aquí se ve mucha juventud, "aunque también nos frecuentan políticos, de antes y de ahora, e incluso ha venido a ver a éste medio centenar de bellezas el mismísimo príncipe de Arabia Saudí, con su embajador , concluye Muñoz.

El último D'Angelo más bien parece un velatorio de viejos instalado a espaldas del Palacio de Congresos. "Mira aquél cómo duerme", dice la despampanante Diana, señalando a un tipo que parece un muerto en un sofá. "Mira eso y dime si hay o no hay crisis en, España". Al fondo se oye musica de zarzuela y un ronquido. Desde luego, esto no son ejecutivos.

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