Un 'western magistral'
Desde hace casi dos décadas no hay producción masiva de westerns en los Estados Unidos, pero el western como género, es decir como convención, como rito civil, como estilo de relato, como mitología e incluso como cosmogonía, no ha muerto por ello. Su producción se ha goteado y cualificado, pero el rito profundo permanece intacto.Hubo unos años, los últimos 50 y primeros 60, en que surgió una especie nostálgica, muy pesimista de filmes del Oeste, remotamente derivada de películas de King Vidor y John Ford, entre otros creadores del western trágico, y más próximamente- avaladas por la obra de Nicholas Ray, de Anthony Mann y, sobre todo, de Budd Boetticher.
Uno de los cineastas clave de este giro crepusculár de los filmes del Oeste fue Sain Peckinpah, y el filme que hizo de hito tanto para él mismo como para los cineastas de su generación -Arthur Penn, Sidney Pollack, Donald Siegel, Tom Gries- fue su segundo western, Duelo en la Alta Sierra.
Es un filme de esplendorosa construcción y belleza, generado por el contraste de las admirables figuras envejecidas de dos prototipos del cine del Oeste clásico, Joel McCrea y Randolph Scott, que se interpretan en buena parte a sí mismos, y alcanzan inemorables cotas de densidad, austeridad y, porqué no, también de tristeza.
En el interior de la enorme amargura y dureza del filme hay un resto de delicadeza y de amor, que lo convierte al niÍsino, tiempo en un filme clásico y revolucionario, en un modelo de ortodoxia del rito westerniano, combinado con un aire nuevo, que da una idea de la inagotable vitalidad y variedad de estos modelos incomparables de relatos de aventura, de soledad y de muerte. Un filme que hay que ver y amar.
Duelo en la Alta Sierra se emite hoy a las 21.45 por la primera cadena.
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