Ni el martes y 13 pudo con el voluntarismo de los bancos
Ni martes, ni 13. El mal fario pasó de largo sobre los mercados de valores nacionales, al menos para los pocos que habían confiado en las posibilidades de recuperación de las bolsas españolas. Para los otros, los que utilizaron los argumentos de la razón, tremendo error una vez más, sí ha podido constituir un notable descalabro. Los índices de los mercados nacionales de valores expresaron unas diferencias positivas, excesivas al decir de algunos, que encontraron su más firme sustento el el voluntarismo de los bancos y en algunas alzas selectivas que se producían en los grupos de monopolios y cementos. Por su parte, los grupos de alimentación y siderúrgicas, con actuaciones extemporáneas por parte de algunos de sus miembros integrantes, terminaron de redondear una situación propicia para presentar un balance final tan sumamente favorable como el de referencia.Toda una amplia serie de consideraciones fueron barajadas para justificar este comportamiento. El discreto incremento en el índice de precios al consumo (IPC) correspondiente a julio, las favorables repercusiones del pacto social que se plantean en el programa económico a medio plazo del Gobierno, la más que posible permisividad en los procesos futuros de flexibilización de plantillas, han compuesto el grueso de las argumentaciones que, a última hora, se intentaban esgrimir para intentar dotar de solidez a lo que no tenía más justificación que la decisión de propiciar avances en los precios de las acciones propias que claramente dejaban entrever algunos grupos.
CARLOS HUMANES
FÁBREGUES
En algunos círculos especializados, y que normalmente gozan de una cierta base de solvencia, se caricaturizaba el comportamiento de las acciones bancarias apuntando la posibilidad de que sus cambios estuviesen prefijados desde el día anterior. Semejante anatema era justificado por el hecho de que la situación que atraviesan estas entidades, aparentemente, no resulta el más propicio para las alegrías. Los negros cúmulos que se ciernen sobre su horizonte inmediato, en forma de restricciones a las ampliaciones de capital liberadas y a las autocarteras, no constituirían, en circunstancias normales, el mejor incentivo para la subida de sus precios.
Sin embargo, el propio interés de estas entidades por conseguir un margen de seguridad frente a las posibles bajas, es la razón que, según las opiniones más extendidas, determina el énfasis que los propios bancos ponen en el cuidado del precio de sus acciones. La defensa de la cota del 200% parece constituir uno de los argumentos de máxima preocupación para los responsables del comportamiento bursátil de estas entidades. Su pérdida adquiere el carácter de catástrofe bíblica para algunos de ellos, y quizá no les falta la razón. En cualquier caso lo más importante por el momento es determinar el punto en el que las escasas fuerzas del mercado no controladas por estas poderosas entidades decidirán poner sus escasas participaciones bancarias a la venta.
En cuanto al sector eléctrico, los inversores vienen mostrando todo tipo de prevenciones. Los márgenes en los que se mueven sus cambios son bastante breves y en general el fantasma de las ventas que pueden estar acometiendo las grandes instituciones pesa sobre ellos como una losa. Por si faltara poco, los rumores sobre la limitación de sus dividendos se reproducen a diario. En definitiva, un poema.
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