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El SDP británico rechaza la fusión con los liberales

Soledad Gallego-Díaz

El líder socialdemócrata británico David Owen ha hecho triunfar sus tesis en el congreso anual de su partido, SDP, que se celebra esta semana en la Universidad de Salford: no habrá fusión con el Partido Liberal ni se seleccionarán conjuntamente los candidatos para las próximas elecciones al Parlamento europeo. Ambos partidos seguirán aliados, pero cada cual conservará su identidad.La decisión de los socialdemócratas puede tener consecuencia para el congreso liberal, que se inicia la semana próxima, y en el que está en duda el liderazgo de David Steel. Steel, que no ha acudido a la reunión del SDP, prefiriendo irse de vacaciones a Tenerife con su hijo adoptivo Bill, defendía, si no la fusión inmediata, sí al menos la selección conjunta de candidatos,

para evitar fricciones continuas entre los dos partidos aliados.

El congreso del SDR.ha disipado cualquier duda sobre el control que ejerce Owen. Este político, que fue uno de los ministros de Asuntos Exteriores mas jóvenes del Reino Unido, cuando pertenecía al Partido Laborista, posee una personalidad que algunos califican de arrogante o napoleónica y otros de arrolladora, pero ejerce. sin duda una gran atracción personal sobre el electorado británico.

David Owen, que tiene ahora 45 años y que arrebató el liderazgo al podo combativo pero influyente Roy Jenkins, continúa convencido de las posibilidades de un tercer partido, entre el extremo conservadurismo de Margaret Thatcher y, el radicalismo y división interna de los laboristas.

Los resultados electorales, magros en cuanto al número de diputados, no parecen haber desanimado a David Owen, como tampoco la aparente crisis que atraviesa el SDP. Los afiliados al partido hicieron un gran esfuerzo durante la campaña electoral, pero la falta de recompensa sus trabajos ha sumergido de nuevo al SPD.

El número de cotizantes ha disminuido, hasta situarse por debajo de los 60.000, y la opinión pública parece haber perdido interés en su futuro, convencida, tal vez, de que el peculiar sistema electoral británico no permitirá nunca una influyente tercera fuerza política.

David Owen y sus compañeros de fatigas estiman que el SDP no está todavía acabado, porque puede beneficiarse en el futuro de la crisis laborista y del predecible fracaso, económico de Margaret Thatcher. Owen supone que los laboristas, que celebran su congreso dentro de dos semanas, mantendrán su guerra civil y una actitud radical incompatible con los sentimientos mayoritariso de la población británica. Ésta es, sin duda, su única esperanza para poder afianzar un partido socialdemócrata que nació con gran fuerza y que se ha ido diluyendo. Los partidarios de Owen creen que la crisis laborista puede permitirles un acercamiento a los sindicatos.

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