La Orden, en España

El Caballero de Honor y Devoción de la Orden de Malta abrió la puerta del despacho del Caballero del mismo rango y le comunicó que era portador de una orden de arresto contra él. El Caballero del despacho miró la pistola que estaba sobre su escritorio y dijo: "Atrévete". "Puedes pegarme un tiro, pero creo que debes retirar las tropas de la calle", contestó el que acababa de entrar. En ese momento llamaron por teléfono y el Caballero que se negaba a ser arrestado dijo a su interlocutor: "Señor, mi lealtad hasta el fin". Al otro lado de la línea telefónica -pensó el caballero que había de efectuar la detención- estaba el único miembro de la orden que, pese a ser Caballero profeso ad honorem tiene una dispensa especial del cumplimiento de los votos. Tras colgar el teléfono el Caballero de Honor y Devoción Jaime Miláns del Bosch ordenó el regreso a sus cuarteles de las tropas que ocupaban las calles de Valencia. El otro caballero, Luis Caruana, gobernador militar de la provincia, respiró aliviado y consideró suspendida la orden de arresto contra su capitán general.Miláns y Caruana, actual titular de la Capitanía general de Zaragoza son sólo dos de los casi quinientos caballeros que la Orden tiene en España. Entre ellos hay títulos de grandeza, duques, condes, vizcondes, marqueses, y personas sin título o Caballeros de Gracia Magistral como Joaquín Ruiz-Giménez, Rainón Serrano Suñer, el abogado Antonio Guerrero Burgos, Joaquin Calvo-Sotelo y Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate.

La mayoría de los españoles -unos 450 de 500- son caballeros de Honor y Devoción y han de demostrar al ingresar la nobleza de sus cuatro primeros apellidos.

Puede suceder que el Gran maestre, mediante el llamado privilegio de Motu propio dispense de las pruebas nobiliarias de alguno de estos apellidos, como ocurrió en el caso de Francisco Franco y Martínez Bordiú, hijo del marqués de Villaverde, este último no ingresado en la Orden de Malta.