Réplica a Alonso Millán

Habiendo leído en EL PAIS del 28 de agosto de 1983 la contestación que el presidente de la Sociedad de Autores da a un escrito de doña María del Carmen Díaz Lasso aparecido dos días antes en ese mismo diario, me creo en la obligación de hacer ciertas puntualizaciones a la misiva del señor Alonso Millán, presidente de la citada entidad.El presidente de la SGAE, o no ha pisado en su vida los locales sociales, o trata de equivocar falazmente a las personas de buena fe, pues no existen actualmente 20.000 socios vivos. Los autores llegamos hoy en día a la cifra -más o menos- de 8.000, de los cuales tenemos derecho, a voto en las juntas unos 3.500. Y así con todo, ¿qué le induce a don Juan José para adjudicarse el beneplácito de la masa autoral, cuando él sabe que a las juntas generales han asistido en el último lustro una media que no sobrepasa la centena, lo cual es bien significativo para medir el grado de aceptación de la política administrativa actual en la Sociedad?

El señor presidente calla los cientos de firmas de protesta presentadas varias veces a los sucesivos ministros del ramo, así como el número respetable de denuncias judiciales formuladas en el transcurso de cinco años, y a consecuencia de las cuales ha prestado declaración más de una vez en los juzgados madrileños.

También conoce al dedillo que la vía de los tribunales de justicia, encima de ser cara -de que los afectados no cobren una peseta por derechos de autor ya se han encargado hace tiempo los mandos de la SGAE-, resulta lentísima, y por eso alardea petulantemente el señor Alonso Millán; contando, además, el conocido escritor con más de 4.000 millones de pesetas anuales pertenecientes a los autores y manejados a capricho -merced a los nuevos méto-dos de reparto- para hacer astillas cualquier intento de recurso por parte de los perjudicados.

Por otra parte, y siguiendo las indicaciones del señor Alónso Millán, me permito sugerirle que si los escritos de doña María del Carmen Díaz Lasso son calumnias, recurra al procedimiento judicial, pues él sí dispone de recursos económicos propios y ajenos. /