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Reportaje:

Flushing Meadow, el coto de los americanos

Alex Martínez Roig

Las repetidas victorias de jugadores estadounidenses han convertido el Louis Amstrong Stadium en un talismán para los norteamericanos. Desde que en 1977 W. E. Hester, un rico petrolero entonces presidente de la federación norteamericana, tomase la decisión de abandonar la hierba de Forest Hills, hastiado del conservadurismo de las tradiciones del West Side Tennis Club, el Open se ha convertido en un torneo con sabor americano. El cambio de superficie ha sido esencial para marcar la diferencia entre los jugadores norteamericanos y el resto. En Flushing Meadow las pistas son de deco-turf, un material parecido al cemento, aunque más flexible. Bjorn Borg, que dominó totalmente sobre hierba y tierra batida a finales de los setenta, fue incapaz de alcanzar la plenitud de su juego en este torneo.Ahora, cuando Flushing Meadow cumple cinco años, las posibilidades de los jugadores nacidos en Europa parecen haber crecido. Tras largas temporadas de entrenamiento sobre este tipo de superficie, el checo Ivan Lendl y Martina Navratilova (nacida en Checoslovaquia y ahora estadounidense) parecen haber encontrado el estilo necesario para ganar los 18 millones de pesetas del torneo neoyorquino. Lendl está totalmente obsesionado con la idea de vencer en un torneo del Grand Slam.

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Los dos mejores jugadores estadounidenses no parecen estar en un momento asombroso de juego. McEnroe perdió recientemente la final del torneo de Cincinnati frente al sueco Mats Wilander, que ha entrado en la lista de favoritos para el Open neoyorquino tras su primer triunfo en Estados Unidos. Jimmy Connors no ha conseguido ni una sola victoria importante este año y la reciente reconciliación con su esposa Patti McGuire -ex conejito de Playboy-, con la que ya había iniciado los trámites de divorcio, pueden haberle hecho perder el interés por una competición que ya ha ganado en cuatro ocasiones (1974 y 1976, en Forest Hills y en 1978 y 1982, en Flushing Meadow). Quizá quien más a gusto se sienta en este torneo sea John Patrick McEnroe. Acostumbra do al ambiente neoyorquino des de que era un niño, McEnroe es el jugador que mejor acepta los continuos ruidos de los aviones que se dirigen al vecino aeropuerto de La Guardia, que mejor entiende a los espectadores que han olvidado hace años el "silencio, por favor", y que mejor se adapta a la iluminación nocturna bajo la que se juega el 50%. McEnroe, que ha insultado públicamente a los ingleses en Wimbledon en más de una ocasión, sólo se atreve a comentar: "El público neoyorquino es muy duro". Las posibilidades para los otros cabeza de serie se reducen a la sorpresa. Tras MeEnroe (número l), Connors (2) y Lendl, (3), están colocados el francés Yannick Noah (4), que ha jugado tan sólo un torneo desde que venció en Roland Garros y que además tiene graves problemas en una rodilla; el sueco Mats Wilander (5); el argentino Guillermo Vilas (6), totalmente en baja desde la amenaza de sanción por un año; el surafricano Kevin Curren (7), semifinalista en Wimbledon; el argentino José Luis Clerc (8), que ha ganado varios torneos este verano, pero todos sobre tierra batida; el norteamericano Jimmy Arias (9), que parece destinado a ser la nueva figura del tenis de su país; el español José Higueras (10); los estadounidenses Gene Mayer (11), John Kriek (12), Steve Denton (13), Elliot Telstcher (14), Vitas Gerulaitis (15) y Bill Scanlon (16). Higueras tiene un cuadro relativamente fácil, aunque, pese a que lleva viviendo varios años en Estados Unidos, aún no se ha adaptado al deco-turf. Higueras explicó a EL,PAIS, tras perder en las semifinales de Roland Garros, por qué iba a jugar en Nueva York: "Quiero poder decirle a mi hijo, cuando sea mayor, que su padre jugó el Open de Estados Unidos". Higueras se enfrentará en la primera ronda al estadounidense Matt Anger, un jugador mediocre de 20 años. En caso de llegar a octavos de final, Higueras se enfrentaría a Curren y, si vence, a McEnroe.

El roto de Martina

En el torneo femenino todo estaría claro si se tuviesen en cuenta los resultados de esta temporada. Martina Navratilova sólo ha perdido un partido, en Roland Garros, en los ocho meses de competición. Sin embargo, la historia está en su contra. Martina nunca ha ganado en Flushing Meadow, y tan sólo jugó y perdió la final de 1981 frente a Tracy Austin. El pasado año fue eliminada por su amiga y compañera de dobles, Pam Shriver. La foto de Martina, llorando, acompañó a sus declaraciones, en las que justificó su derrota por haber contraído una enfermedad que le había transmitido su gato. Este año Chris Evert-Lloyd, ganadora seis veces del Open estadounidense, parece lejos de poder plantear problemas.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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