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Maradona volvió a ser la diferencia

Los franceses saben lo que hacen. Son hábiles los tíos. Han contratado al Barcelona para que juegue un torneíto en Burdeos, en compañía de su Girondis, Stuttgart y Nantes. Pero, como digo, son muy vivos y al contrato, que especifica que pagarán al club barcelonista 19 millones de pesetas por su participación, le han añadido una cláusula clara, evidente, razonable, justa, lógica: si Diego Armando Maradona juega menos de 60 minutos en cada uno de los dos partidos del torneo, la organización dejará de pagar nueve millones de pesetas que, según fuentes del club francés, "se destinarán a la lucha contra la droga". Listos, muy listos.Para los franceses, que últimamente se han convertido en estrellas del fútbol europeo, 120 minutos de Maradona valen casi tanto como las tres horas que puedan jugar sus compañeros.

La tesis volvió a demostrarse anoche en el Camp Nou, en el Gamper, frente al Borussia de Dortmund. Y es que, aunque Mario Benedetti escribiera el otro día que "la promesa es un rito destinado a extinguirse", Maradona había prometido, desde las páginas de un diario, que ganaría el Gamper y lo consiguió. El martes metió un golazo de bandera y ayer repitió en el momento más oportuno, cuando todo estaba perdido, cuando la afición descontenta había empezado a pitar y había decidido algandonar el estadio sin ver los fuegos artificiales, porque los alemanes habían mojado la pólvora.

Pero surgió Diego. Cuando nadie jugaba para él -Schuster volvió a ser ayer aquel de los días bajos, ajeno, mal de forma, inhibido, desconcertante-, El Pelusa esperó la salida de Quini y jugó para El Brujo. Maradona y el Pichichi ganaron el partido. Primero marco el argentino y, un cuarto de hora después, Maradona mostró su inteligencia de pibe sabio y, con las mismas trampas que utilizan los chavalitos de barrio, sacó una falta sin avisar, metió el balón para Quini, que sorprendió a la defensa y portero alemanes. El triunfo, la paz.

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