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El Atlético no desmereció ante un rival amante del ataque

El Atlético de Madrid perdió con dignidad la final del trofeo Costa Verde frente al Spartak de Moscú. Desarrolló un aceptable juego, basado en jugadores de la cantera, y no desmereció ante un rival pletórico de preparación física amante del juego ofensivo.Desde que Alfonso Cabeza dejó la presidencia del Atlético, el equipo interpreta el fútbol bajo los compases de la austeridad. Ayer, la línea media, era la misma que hace unas temporadas tenía el Atlético Madrileño. De los once titulares que se alinearon de salida frente al Spartak, únicamente Balbino, Arteche y Hugo Sánchez no procedían de la cantera. Vicente Calderon sólo pidió honradez a sus jugadores. Lo harán menos bonito, pero despliegan el juego suficiente como, para no temer el ridículo.

El Spartak era un rival de cuidado. Llegaba de ganar 5-0 al Spórting, se encontraba perfectamente preparado físicamente por encontrarse la liga soviética en plena intensidad y le gusta exhibir acciones ofensivas para las que no regatea apoyo. El compromiso era importante. El Villa de Madrid espera y la taquilla podría resentirse por unos malos resultados en Gijón. La aportación casi exclusiva de la cantera del Atlético permitió desarrollar un juego homogéneo que desmitificó a los soviéticos después de que éstos hubieran humillado a los anfitriones del torneo.

El Spartak se mostró como un equipo excelente, pero sin elasticidad defensiva cuando se pisa su área. El gol y los caracoleos esporádicos de Pedraza así lo demostraron.

El fuerte del Spartak fue tener a sus jugadores dispuestos en cualquier momento a esprintar hacia el terreno contrario. Ello obligó a que el Atlético tomara serias precauciones defensivas, con Rubio como punta de enlace entre sus compañeros y Pedraza y Hugo Sánchez.

Mucho espacio tuvo el Atlético para el contraataque. Apenas lo supo aprovechar. Bastante tuvieron que tapar sus jóvenes centrocampistas para que pudiera desempeñar a pleno rendimiento la doble función a la que están obligados por su posición en el campo. El equipo acabó yendo a menos; psicológicamente por querer defender la ventaja inicial, y físicamente porque su preparación física dista aún mucho de ser similar a la de los soviéticos.

Landáburu sustituyó a Rubio en sus funciones de enlace y éste pasó a ocupar la punta junto con Hugo Sánchez. El sistema no mejoró. El Atlético ya había jugado sus mejores bazas y solo le quedaba aguantar, confiando su defensa en el fuera de juego para invalidar la velocidad que, aún sin balón, desplegaban en el ataque los jugadores rivales.

Con juego lento, en corto y preferentemente horizontal, el Atlético llegó a frenar la máquina soviética. Fue una fase de aparente dominio porque, jugando raso, el Spartak siguió siendo más peligroso. Aunque tuviera menos tiempo el balón. No ganó quien más tiempo jugó, sino quien supo hacerlo mejor.

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