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El Gobierno da marcha atrás en el conflicto de competencias con la Generalitat valenciana

El Gobierno no recurrirá ante el Tribunal Constitucional la orden de la Consejería de Sanidad, Trabajo y Seguridad Social de la Generalitat valenciana por la que se excluía del Registro General Sanitario de Alimentos a los establecimientos de elaboración de helados y horchatas, y a los hornos y pastelerías artesanales, en contra de lo que anunció en un requerimiento de incompetencia enviado al Consell de la Generalitat el pasado 1 de junio. El conseller de Sanidad, Miguel Millana, ha manifestado a EL PAIS que el ministerio le ha comunicado que no seguirá adelante en el conflicto, por entender que era legalmente correcta la orden de la Consejería.

En realidad, el ministro de la Presidencia del Gobierno, Javier Moscoso, que firmaba el requerimiento, solicitaba la anulación de la orden en primera instancia y advertía de que, en caso contrario, el Ejecutivo recurriría. La Consejería decidió mantener la disposición legal y, al parecer, sus explicaciones han convencido al Gobierno.El problema tiene su origen en la peculiaridad de algunos sectores de la industria alimentaria en el País Valenciano con respecto al resto de España. Hay que tener en cuenta que en el territorio de la comunidad autónoma hay un horno de fabricación de pan por cada 1.200 habitantes, lo que arroja un total de más de 3.000 industrias de este tipo, frente a sólo cinco panificadoras industriales. Menor es el número de pastelerías artesanales, que ronda las 800, y un poco superior a éste el de las heladerías.

Se trata de un gran entramado de industrias familiares que hizo a los mandatarios regionales optar por excluirlas del Registro General Sanitario de Alimentos, por la sencilla razón de que es imposible mantener un control mediante inspección mínimamente efectivo por la falta de me dios necesarios. Al quedar excluidos del registro, el control pasa a depender de los sanitarios locales (farmacéuticos en las panaderías y veterinarios en helados y pastelerías), lo que es mucho más operativo.

No obstante, parece que el Gobierno central no entendió en principio las razones de la orden, y de la comunicación firmada por Moscoso se deduce que el Gobierno valenciano había usurpado a la Administración estatal la competencia de dictar normas sobre qué tipo de establecimientos son o no excluidos del registro. Y para ello citaba una sentencia del Tribunal Constitucional de 28 de abril pasado sobre un conflicto de competencias entre los Gobiernos vasco y central.

Pequeños negocios familiares

Según la respuesta que la presidencia de la Generalitat dirigió al Gobierno el pasado 29 de junio para fundamentar el mantenimiento de la orden, ésta "se ajusta a la legalidad estatal vigente en materia de registro sanitario, en cuanto determina que quedan excluidos de este registro determinados establecimientos que ya lo están con arreglo a dicha legalidad estatal, sin perjuicio de reconocer que es competencia del Estado lo referente a la determinación de los establecimientos sujetos al Registro General Sanitario de Alimentos".Según ha manifestado a este periódico Germán Martínez Navarro, ingeniero de la Consejería de Sanidad, las panaderías que hay en la comunidad autónoma son por lo general negocios familiares, con un personal fijo de entre uno y cinco trabajadores, aunque cinco es poco frecuente.

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En cuanto a las pastelerías dedicadas exclusivamente a este tipo de productos, abundan en los pueblos grandes, que son muchos en las provincias de Alicante y Valencia, y suelen expender sus propios productos junto a otros procedentes de industrias mayores. Se trata también de industrias familiares, con uno o dos operarios.

En cuanto a la fabricación artesanal de helados, está bastante extendida, también como negocio familiar, con uno o dos puntos de venta, y coexiste con las grandes industrias del ramo que hay en algunos puntos, como Alcira o Jijona. Es muy frecuente que bares, restaurantes y hoteles fabriquen artesanalmente sus propios helados y refrescos.

Vicente Montaner, presidente de la Federación Valenciana de Gremios de Panadería, piensa que el fenómeno de la atomización de esta industria obedece quizá a que "al valenciano le gusta más ser cabeza de ratón que cola de león. Cuando uno tiene unas pesetillas, las invierte en su propio negocio". Sin embargo, esta situación, que ofrece a los usuarios la posibilidad de consumir el pan más fresco, comprado en el mismo horno donde se fabrica, que si se distribuyese desde una gran industria, tiene también sus contras, pues algunas panaderías no tienen trabajo suficiente como para poder mantener a la familia que las regenta.

"Lo ideal", dice Montaner, "sería tener un promedio de fabricación doble del actual, que permitiría también perfeccionar el trabajo con la incorporación de maquinaria nueva". En este momento, los hornos valencianos artesanales fabrican como media unos 150 kilos por día. Las cantidades menores corresponden a la provincia de Valencia, donde es mayor la media de hornos por habitante, y le siguen Castellón y Alicante.

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