Los pulmones petroleros de Irán e Irak, en peligro
La guerra irano-iraquí acaba de adentrarse en su fase decisiva. Las posibilidades de que el conflicto se estanque, como en otras ocasiones, acaban de restringirse dramáticamente. La supervivencia económica y política de ambos regímenes está en juego. Nunca hasta hoy, en los casi tres años de feroz guerra, la magnitud de las tropas en liza ha sido tan colosal, ni las amenazas mutuas sobre los pulmones petroleros de uno y otro país han sido tan reales.Irán quiere poner cerco a los ricos campos iraquíes de Kirkuk, sus cañones se encuentran ya a poco más de 100 kilómetros de allí y la ofensiva hacia Rawanduz prosigue. Erbil y Mosul también se hallan amenazados. De los campos de Kirkuk Irak extrae la mayor parte de los aproximadamente 700.000 barriles diarios de petróleo, de cuya venta extrae las divisas para comprar armas.
Bagdad, como Teherán, sabe que la guerra se ganará o se perderá en las aguas del Golfo. Cinco aviones franceses Super Etendard, provistos de misiles Exocet AM-9 esperan su entrega a la Fuerza Aérea iraquí. Si Irán suelta en tromba hacia Bagdad los 400.000 hombres que tiene acantonados en Mandali, Missan o sobre los territorios cercanos a Al Amara, no lejos del puerto cerrado de Basora, Irak intentará por todos los medios destruir la principal fuente de fuente de su enemigo.
Rearme iraquí
Irán contempla que el rearme iraquí, orientado sobre todo a la guerra en el Golfo, puede dañarle tan seriamente como para impedirle bombear los generosos dos millones de barriles diarios con los cuales el Gobierno de Teherán encara esta costosísima guerra. Su supervivencia militar y política depende de ello. Por esta razón, desencadena la ofensiva por la frontera montañosa nororiental de Hadj Umran, puerta hacia Rawanduz y Kirkuk. Yugulando la exportación iraquí de petróleo, Irán cortaría a Irak la posibilidades de lograr divisas para comprar costosísimas armas.
Por ello las Fuerzas Armadas iraquíes se plantean nuevas ofensivas, cada vez más contundentes, contra la terminal iraní de Jarq, "un gigantesco cóctel molotov, al que una simple cerilla bastaría para poner en ignición", según un técnico iraní. Teherán, que observa los propósitos iraquíes sobre su pulmón de Jarq, amenaza bloquear la exportación de todo el petróleo que transita por el Golfo, cuyas costas domina holgadamente.
Tributarios de estas aguas son Irak, que no ha podido exportar un solo barril por esta vía desde septiembre de 1980. Pero no solo Irak; Kuwait (90%), Arabia Saudí, (80%), Bahrein, (100%), Qatar, (100%) los Emiratos Árabes Unidos (100%), necesitan vitalmente que esta vía de agua permanezca expedita para exportar su codiciado petróleo a Europa, a Japón, a Extremo Oriente, África ... Los aliados de Irak, agrupados en el denominado Consejo de Cooperación del Golfo y con Arabia Saudí como cabeza, tratan por todos los medios de guarecer de las llamas el mar interior común. La subsistencia militar iraquí está vinculada pues a la enemistad de sus aliados.
La economía occidental sufriría gravísimamente los efectos del bloqueo, pero no menos que las economías de los países del área, ya con serios problemas de deuda externa a consecuencia de las fluctuaciones incontroladas de los precios del crudo. Si sobreviene el bloqueo iraní de Ormuz, será casi seguro el despliegue de las unidades norteamericanas de intervención inmediata, listas para la acción en escasas horas con escalones en Egipto y Omán. Desde Diego García y desde Adén, norteamericanos y soviéticos intentarán pilotar la guerra del Pérsico, cuyas llamas llegarán al oceáno Indico, hasta ahora libre de la pugna entre los dos grandes.
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