_
_
_
_

Pedro Delgado no tuvo una gran actuación, pero es segundo en la clasificación general

Luis Gómez

Pedro Delgado estaba predestinado a llegar a L'Alpe D'Huez para recoger el jersei amarillo. Sin embargo, quedó a 1.08 de la hazaña. Los franceses, que presagiaban lo peor, vivieron, una jornada gloriosa. Fignon sustituye en el liderato a Pascal Simon, aunque en este caso se trate de un líder en plenitud de facultades, y Bernaudeau alcanzó el triunfo después de arañar también la posibilidad del liderato absoluto.

Más información
Clasificaciones

Arroyo y Delgado prepararon la carrera la noche anterior en la intención de permanecer juntos en el grupo de cabeza en espera de ese momento oportuno en el que se supone que la carrera está madura, los rivales diezmados y la montaña hace estragos en cada viraje. Pero, ayer, ese momento no fue posible, porque Arroyo sufrió un desfallecimiento físico y dejó, para descolgarse, la compañía de Delgado. Los franceses lograron mantener una labor de equipo y pudieron convertir la jornada de L'Alpe D'Huez en una gloriosa ascensión en la que la emoción estuvo protagonizada por los cambios en el liderato de Fignon y Bernaudeau.223,5 kilómetros entre Tour du Pin y L'Alpe D'Huez, es una distancia normal en el Tour de Francia, pero transformada en un penoso calvario en tanto ocho puertos adornaban de montañas el recorrido. Dos puertos de tercera categoría, tres de segunda, dos de primera (Col de Pucherol, 1. 139 metros y Col de Glandon, 1.924) tenían su punto final en el conocido L'Alpe D'Huez, una subida en versión moderna, lejos de esas carreteras estrechas con cuneta en el vacío, ascensión en la que los virajes están numerados -son 21-, en línea descendente y hacen mucho daño a través de sus 13 kilómetros de subida. Era toda una alpina decoración que parecía ideal para que alguno de los dos españoles favoritos, Delgado o Arroyo, subieran al podio a recoger el jersei amarillo.

Todo comenzó tal y como estaba previsto. Incluso Pascal Simon tomó asiento en la ambulancia a 95 kilómetros de carrera para dejar de poseer un liderazgo ficticio. Las primeras ascensiones, sobre todo las del Pucherol, hicieron la selección pertinente y salvo la presencia de dos modestos escapados, el núcleo decisivo estaba ya formado con el esperanzador cuarteto de Arroyo, Delgado, Carlos Hernández y Úbeda en los primeros momentos. Bernaudeau, Giménez, Fignon, Van Impe, Winnen y Kelly eran también los rivales seleccionados.

Muerte y resurrección de Arroyo

Pronto, sin embargo, Arroyo ofreció muestras de no estar para un ataque feroz. En un momento, quedó descolgado a 200 metros de este grupo, distancia que volvió a recuperar, pero que sirvió para sembrar cierto pesimismo en la dirección del equipo Reynolds, al conocerse que estaba pasando un desfallecimiento. Arroyo y Delgado estaban predestinados para formar un equipo vencedor que llevase a un español al liderato.

El desfallecimiento de Arroyo, por fugaz, fue inoportuno. En su máxima crisis, el corredor llegó a alejarse 12 minutos de la cabeza de carrera, desventaja que absorbió drásticamente en una espectacular reacción. Echévarri, director del Reynolds, maldecía cariñosamente a Arroyo: "Parecía un ángel subiendo L'Alpe D'Huez. Ha recuperado 8 minutos en la última ascensión ¡Maldita sea!".

Arroyo todavía conserva posiciones de privilegio, pero ya no cuenta más que como gregario de lujo. Precisamente, la ventaja psicológica que intentaban aprovechar los españoles radicaba en la posibilidad de que ambos tenían oportunidades de ganar en una buena ascensión. Delgado y Arroyo constituían un objetivo que dispersaba la estrategia de otros equipos. No bastaba con controlar a uno de ellos y ese factor era un germen de dificultades para los rivales. Segundos aparte, es esta una ventaja que los españoles deben considerar ya casi perdida Delgado está solo, es segundo en la general, y es el único que puede aspirar al liderato.

Delgado puede alardear de experiencia en este sentido -luchar en solitario-, porque empezó a saber lo que es la soledad en la segunda etapa de ayer. Rodeado de dos Renault y dos Ti Raleigh, habida cuenta de que los colombianos h acen la guerra por su parte -ni siquiera respetan una protesta de marcha a ritmo lento-. Delgado se jugó la carrera al azar de seleccionar las escapadas. Dado también que nadie cooperó en su intento de huida en el Cucheron cuando faltaban demasiados, kilómetros como para arriesgarse en una marcha en solitario, el español tuvo que limitarse a esperar, ver, intuir y, en todo caso, atacar. Tuvo que esperar 223,5 kilómetros, por que no llegó su momento y falló al intuir que la escapada Winnen-Bernaudeau no era buena.

Controlar a Fignon, que era el líder, fue su principal ocupación, pero dio la impresión de que utilizó demasiado la cabeza en no arriesgar inútilmente. Embarcado, a 10 kilómetros de la meta, en un trío con Van Impe y Fignon, perseguidor del dúo Winnen-Bernaudeau, Delgado no encontró el momento del ataque, y ni siquiera optó por una posicion intermedia que le sirviera para restar segundos de quien es su principal obstáculo para pasar a la historia del ciclismo español, Fignon.

Los franceses, finalmente, destronaron al heroico Pascal Simon, que aguantó durante varias jornadas con el omóplato roto, para vitorear a Fignon, su nuevo ídolo.

Delgado es todo un enemigo en potencia, que se encuentra en la clasificación general hecho un sandwich entre Fignon y Bernaudeau. Su futuro depende de las etapas del miércoles y el jueves, ambas montañosas, la última de ellas una contra reloj con final en un puerto. Hoy, primer día de descanso de las 17 etapas continuadas, los corredores españoles pondrán a respirar sus piernas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_