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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Rabieta de Tàpies

Quizá el modo más benévolo de valorar el lamentable artículo publicado por Antoni Tàpies el 10 de julio de 1983 en este periódico consista en calificarlo de rabieta. Y es que si no, no se entiende nada. No se entiende cómo un artista conocido puede, a estas alturas del curso, hacer una crítica ideológica del arte, cualquier arte; ni se entiende tampoco que el reconocimiento oficial y el apoyo institucional, a quien sea, despierten rencores y desengaños en un pintor que goza, quizá desmedidamente, de ambos.El señor Tàpies hace gala de un sorprendente desfase en sus declaraciones artísticas, que se revelan sometidas a unos estrictos presupuestos ético-políticos, con ribetes inaceptables de un dudoso humanitarismo, ya que no humanismo. Por lo visto, todas las exageraciones respecto a Dalí que irritan a Tàpíes serían aceptables, es evidente, si aquél hubiera prestado un pequeño servicio a la democracia. No si fuera mejor artista, criterio éste el de la artisticidad, que aparece en el artículo vinculado a muy concretas actitudes progresistas y que Tàpies, celosamente, reserva a los historiadores y directores de museos.

Pero lo más curioso es ver cómo el señor Tàpies, contradiciendo sus fervores democráticos, despacha rápidamente la gran respuesta ciudadana a las exposiciones de Dalí e, ignorando el dictamen del vulgo, dice, así, apriorísticamente, que gustar de su pintura es una horterada (M. Vincent dixit: Dios los cría y ellos se citan). Para Tàpies, las miles de personas que aplauden a Dalí, aplauden, recuérdese, sólo y explícitamente a su ideología, según él, claramente reaccionaria. Temible.

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¿Se puede hablar de una ideología en Dalí? ¿Se puede citar para descalificarlo un juicio de Breton, eminentemente intelectual, cuyo boato inquisitorial de otros tiempos tan sabiamente ridiculizó el propio Dalí? ¿Se puede remitir la validez de un artista a su escuela?

No se trata de defender a Dalí, a quien se puede criticar adecuadamente; se trata de denunciar los ciegos ataques de Tàpies, cuya inconsistencia argumental tiene el sabor, más que de las justas uvas de la ira, de las verdes uvas de la envidia./ .

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