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Reportaje:CRÓNICAS DE VERANO

Ibiza, una joven sexocracia

En la isla del ocio sexual todavía manda la derecha de Manuel Fraga. Es el tributo que, en lo político, rinde la joven sexocracia turística al ya maduro ex ministro del ramo.El millonario local Abel Matutes apoya a Fraga. Es banquero de los payeses (una especie en vías de extinción), constructor paisajista y propietario de 14 hoteles.

Matutes inicia ahora una experiencia granjera. Para que no muera la gallina de los huevos de oro, conviene perpetuar el albaire. Ibiza cacarea al atardecer, que es cuando se agita el corral de las gallipavas.

Estos importantes señores lo entienden muy bien. Mientras en la Península Ibérica campañean en pro de la familia, el santo rosario y la pureza de las costumbres -y así les va-, en este pedazo de Baleares hacen la vista gorda y ganan.

Con un mínimo de exageración puede decirse que aquí, el paraíso de 700.000 turistas anuales, sólo cubren sus vergüenzas el prefecto de la Sagrada Congregación, cardenal Pironio -ilustre veraneante-, y el prelado de la diócesis. El resto arrastra esta pesada cruz mortal que llamamos cuerpo en la forma y modo de su llegada al mundo. A lo sumo, subsiste el pequeño pañal.

El portentoso negocio de Ibiza no es, pues, inflar al público que se exhibe en cueros, sino facilitarle cama turística, masaje, bronceado y sarao (música, trapos mínimos) en una jornada que no distingue día de noche. Digamos que laboralmente es del tipo continuo.

Y dicho esto, vamos a verlo.

El puerto aún huele a cloaca, pero pronto

olerá a rosa de pitiminí. Habla, tapándose las fosas nasales, el presidente del Consell Insular de Ibiza y Formentera, Cosme Vidal: "Tengo 53 años, soy de AP y quiero decirle que vamos a sanear el litoral dotándole de infraestructura sanitaria. También vamos a resolver el problema del agua por medio de una potabilizadora que lleve a la mesa, para su consumo, el agua del mar. Tenemos detrás al INI (a través de Gesa). La inversión es de 500 millones de pesetas. Vamos a poner emisarios de residuales que eliminarán estos pútridos olores. Porque para nosotros la industria del turismo es la más estable".

Con ello y una política de incentivos fiscaes concedidos a los hoteles que sean valien'es y no cierren en temporada baja, el Consell espera ampliar hasta muy avanzado el nvierno lo que hoy sólo se disfruta a tope en dos meses de verano:: "Es una vergüenza", añade el presidente del Consell, "que de los 300 hoteles, media docena únicamente sigan abiertos todos el año". ¿Otra medida? "Sí: la flexibilización de las plantillas en este sector".

Luna llena

Menos las plantillas y el uniforme austero de los payeses, Ibiza lo ha flexibilizado casi todo. Hay discoteca que cierra a lars siete de la mañana. En algunas puede comerse a la carta (es el caso de Ku) hasta las cuatro de la madrugada, y se trata de una carta con platos de la nueva cocina vasca. En las playas, donde elporro enporretas sabe mejor, el orden público es completo. Los agentes de la autoridad han intervenido en Espalmador por cuestiones de abusos deshonestos de la paella del chiringuito -cosa de precios- y hay polémica y tensiones comerciales. Las lesbianas se besan normalmente en las aceras, pero, como reza el refrán payés, besada d`ase no taca (beso de burro -con perdónno mancha). En fin, el motor y la transmisión de la industria insular ibicenca, la única industria que existe, es de dos cilindros y correa sexocrática multinacional.

Cada noche de luna llena, la isla se contrae al atardecer, para tomar aliento, y se ensancha cuando se hace la oscuridad. Las discotecas de éxito (Pachá, Ku, Angel's) pegan carteles llamativos en las paredes del paseo y del casco viejo. La competencia es feroz. Y los súbditos de la sexocracia leen estos bandos: quien vaya a Pachá, por ejemplo, quedará automáticamente invitado luego al concierto de participación en la misma playa (Las Salinas) que ofrece el grupo Unlimited Brothers. El concierto es a las cuatro de la madrugada y la fiesta, con barbacoa y chapoteo libre, se disuelve por ósmosis del público.

En Pachá se esperan estas noches, las brasas y la brisa de la fiesta con apariencia de desinterés. Pero sólo son apariencias. En la sala, donde hay más almohadones de pie que clientes tumbados, cada cual va a lo suyo. Para eso se pagan 1.200 pesetas y, como dice su director espiritual, el valenciano Tato Ortega, "al cabo de 10 años de llenar esto, debemos ser generosos en todos los terrenos".

Frente a esta discoteca de un progresismo clásico, se pega lajuventud por entrar en Angel's. Las colas son largas como el amanecer y unos empleados negros franquean el paso con cuentagotas porque dentro ya no cabe un alma. La contemplación primera de Angel's es un tanto infernaL- en la sima de la fosa aséptica se agitan frenéticamente los angelitos, y de pronto, desde la altura, cae sin previo aviso una nueva criatura (puede ser un mozarrón de 90 kilogramos o una niña de 40) que se incorpora a la danza deslizándose por un tobogán de vértigo.

Hoy no hay juerga sin vértigo. Para los albañiles el placer queda mermado. La entrada se paga a 800 pesetas, con derecho a esa caída sobre la masa danzante humana. El sitio es vivo y golfo; unas expertas animadoras, tan ligeras de ropa como de movimientos, aleccionan y enardecen a los novicios desde la altura de dos pilares bien situados: el novicio las mira como un recluso mira la foto de una mujer desnuda.

El triángulo de la gran noche se completa en Ku, espectáculo total que ha vuelto a merecer de la revista Yogue, en junio, otra historía de portada. Para empezar, Ku es un negocio vasco en manos de Javier Iturrioz y en pies del futbolista Santamaría, que son los amos. Aquí huele a merluza, por un extremo, y a cigarro Davidoff por el otro: en el centro no huele porque está la piscina y el baile, el negro zumbón que patina sobre ruedas (podría hacerlo sobre una piel de plátano) y una pléyade de muñecos y muñecas manejados por hilos desde la dirección. "No dejamos nada a la improvisación", explica Iturrioz, "porque nos jugamos mucho, y tenemos un equipo de especialistas". La verdad es que el efecto está logrado. Por 1.500 peseta. se ofrece música en relieve y una atmósfera de gigantesca irrealidad que, con la ayuda del trago de moda (el coco-loco), acerca al pobre mortal a un paraíso que promete su clímax de placer más allá del aparcamiento.

La peineta, madre

La novedad que este año encontrará el visitante es doble: el bar brasileño para gente VIP fue elevado un metro sobre el nivel antiguo: "A fin de que los mirones alcancen sin obstáculos la contemplación de las pistas", en palabras de Iturrioz. La segunda fantasía de temporada, ya en la puerta de salida y por lo que pueda suceder, es la pareja de adivinos: uno lee en la mano, aunque parece ciego; el otro, según reza el cartel, lee en los ojos.

Por lo demás, Ibiza podría subsistir en régimen de analfabetismo. La moda que lanzó la princesa Smilja, muy amiga de Abel Matutes, se la comieron espabilados como Vi cente Hernández, un fenicio alicantino que gobierna en la boutique de éxito, The End "Vamos al grano", dice Hernández agitando su coleta hippy para espantar una mosca; "la tendencia es convertir en superior la ropa inferior, toda de hilo, y calzar con sandalia trenzada" (aconseja cinco pares, cada uno de un color). ¿Es esto todo lo que se lleva? "Oh, no. Eso sería la ruina. Para hombre debe llevarse pantalón básico, cazadora de Chevignon (22.900 pesetas por una mezcla de sarga, algodón y un toque leve de cuero) y un pendiente en la oreja que, con orificio incluido, sale por unas 40.000 pelas..."

A la hembra se le atavía con gafas de es quiar en nieve (hay que tener fría la masa encefálica) y un pijama Transit que, muy ceñido al cuerpo, marca la única pieza interior en uso, se adorna con rodilleras y cuesta -el conjunto óptico y telar- unas 10.000 pesetas.

La venta va disparada. Hernández disfraza al cliente en tres minutos, le cobra en uno y le saluda con una leve inclinación de cabeza. Sus ayudantes incitan a consumir determinados modelos vistiéndolos ellos mismos por turnos. Y no falla. La orquesta va sola. Y el musiquero Diego dispara novedades en un programa radiofónico llamado, por algo será, Paranoia. Mantendrá de moda a Coati Mundi.

Entre tanto, la modista Dora Herbst, en la calle Mayor, se pone al día mirando atrás: el trapo de 70.000 pesetas es como un disfraz de Manola. ¿Vuelve, acaso, la peineta?

Los payeses se consumen en sus negros hábitos y, por decir algo, comentan, como grandes pasotas que son, que esto queda molipolit (muy fino). Pues que quede, lo que sea, en el vestíbulo de la aniquilación nuclear. Para el payés, el show top4ess (que se ofrece en el Casino, del que es propietario el ayuntamiento en un 36%, y también en la playa), una mujercita sin sujetador es simplemente "una mujer con los sexos de arriba destapados". Ambos se miran sólo a través del objetivo de la cámara.

El café-terraza Mar y Sol desplazó aquellos templos recientes (Zoo y Mono Desnudo), todos en la misma zona. La felicidad es aquí un nudo corredizo de consumiciones extravagantes. Debería verse la prensa conservadora, pero el favor del público es por la otra, la prensa conversadora. Del chisme oral a un amor de parecido signo. Alguna grácil camarera luce la bolsa de la recaudación encima de la pelvis, cubierta por una simple enagua. Bebedores y bebidos, fumadores y fumados de ambos sexos se estudian disimuladamente. Una gitana recoge desperdicios del suelo por cuenta de la empresa. En el brazo, musculoso y de aceituna, de esta mujer sumisa, hay un tatuaje: "Soy, tuya,Juan".

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