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Reportaje:

La URSS sigue acaparando medallas en la Universiada

La gimnasia y la natación, pese al comienzo del atletismo, volvieron a ser la atracción de la Universiada, en su quinta jornada. La URSS, naturalmente, acaparó de nuevo la casi totalidad de las medallas. Sumó siete más de oro (lleva ya un total de 29), con Natalia Jurchenko y Vladimir Salnikov como máximas estrellas. Aquélla logró tres de los cuatro títulos por aparatos y el recordman mundial de 400 y 1.500 metros libres se acercó en la primera prueba a poco más de un segundo de su propia plusmarca. La Unión Soviética parece haber tomado Edmonton como cabeza de puente en Norteamérica, antes de su asalto a Los Ángeles 1984. Para entonces, Estados Unidos se lo tomará bastante más en serio.

Los norteamericanos, que han traído un segundo equipo en natación, creyendo que podrían seguir barriendo en hombres y poco más o menos en mujeres, al no venir la RDA, se han encontrado con que la URSS, muy mejorada en ambas parcelas, le está dando un buen repaso. El de ayer, de todas formas, era más esperado, porque el triunfo de Salnikov estaba claro. La atracción se reducía a saber si batiría otra vez su récord del mando. Por los tiempos de paso de los 100, 200 y hasta 300 metros no lo pareció, pues sus 56.59, 1.54.97 y 2.52.50 eran inferiores a los de su última carrera de Moscú. Sin embargo, con su gran calidad, acelera su ritmo cada vez más, y al final dio la sensación de que podría conseguirlo. Adnque los segundos 100 metros los pasó en 58.38, los terceros los hico en 57.53. Pero ya no tuvo tiempo; los dos últimos largos los nadó en 57.38, que sólo le permitieron hacer 3.49.38, a 1.06 de sus 3.48.32 de este mismo año.En cualquier caso, volvió a dejar atrás el récord de 1982, establecido en 3.49.57, y sacó más de cinco segundos al norteamericano Hayes, 3.54.93, que superó al otro soviético, Semenev, 3.56.57, gracias, una vez más, a su buen final. El brasileño Junca y el alemán Fahrner bajaron también de los cuatro minutos, cosa que no logró el canadiense Peter Szmidt, ex recordman mundial en 1980, con 3.50.79, en vísperas de los Juegos de Moscú, a los que no pudo ir a medirse con Salnikov por el boicoteo, y ahora está casi acabado, a sus 23 años.

El festival soviético, además, no acabó con Salnikov, pues el bracista Zhulpa se acercó al viejo récord europeo de Vilkie en 200, con 2.15.93, contra 2.15.11. El campeón olímpico de Moscú confirmó sus 2.15.59 de Qoiwn, segunda mejor marca del año, sólo inferior a los 2.14.77 del canadiense Víctor Davis en los mundiales de Guayaquil.

Récord mundial que superó uno de los legendarios, el del citado Wilkie, de Montreal 1976. Davis no ha podido estar aquí, al no ser universitario. En 4 x 100 libres también cayó Estados Unidos, siempre por detrás desde el primer relevo de Smyriagin, el ganador individual de 100 y que hizo todavía mejor tiempo: 50.13. Aunque Hayes, siempre él, rebajó a Markovski, el vencedor de 100 maripossa, 26 centésimas de la ventaja que llevaba, le faltaron 10 en un final tan emocionante -3.21.72, por 3.21.82- como el de la medalla de bronce, ganada por Canadá, con 3.26.38, ante la RFA, 3.26.77. El equipo soviético quedó también a 24 centésimas de su récord continental.

Estados Unidos ganó al menos una prueba, los 100 mariposa femeninos; ni siquiera con la recorwoman mundial, Mary T. Meagher, lesionada. Suzíe Woodhouse quedó lejísimos de ella, pero se bastó, porque es la única prueba con laguna soviética. Incluso se pudieron meter la italiana Savi Scarponi, una de las pocas figuras occidentales en la natación, y dos japonesas antes que la Kurnikova. En braza, en cambio, su dominio (aunque sin Geweniger y demás troupe RDA), Liza Belokon ganó los 100 ante la otra soviética, Irina Buzclite, con más facilidad que los 200. Pero también, lejos de todo récord, unas horas antes, en la pileta de saltos del mismo e impresionante centro acuático Kingsmen, Estados Unidos se sigue sacando, al menos, una espina, con la exhibición del campeón mundial de trampolín y palanca, Louganis, que dobló su ventaja sobre el magnífico chino Tan Liangde, al término de 11 saltos. La seguridad y calidad de Luganis le permiten arriesgarse con saltos de coeficientes de dificultad altísimos, por lo que resulta inalcanzable. El norteamericano de origen griego (se llama Gregory Efthimios) suele escoger la mayoría de sus intentos con 3.0, 3.1 y 3.3 factores, por lo quese multiplican las puntuaciones, mientras que sus rivales, a veces, ni pasan del 2.8. Los saltos de coeficiente bajo, como uno simple hacia adelante carpado, de 1.6, le vienen pequeños: todos los jueces le dieron la puntación máxima de 9.0, la perfección, y no bajan de 8.0 cuando sube la dificultad. Sin duda, es todo un espectáculo.

Un 10.000 estilo

El atletismo empezó casi de puntillas, como ha ido haciendo toda la Universiada, aunque después se ha demostrado que se trata de una competición de mucha entidad general, pese a su lógica irregularidad.La pista del estadio de la Commonwealth es rápida para los velocistas, pero difícil; por ello, para los fondistas, aparte de que el, nivel universitario en fondo, especialidad para veteranos, es bajo. Las posibilidades del español Jorge García en 5.000 se presentaban así muy halagüeñas. En la final de 10.000 la única de la primera jornada, hubo un paseo tremendo hasta la última vuelta, por lo que lo único que valió fue el emocionante sprint final, ganado por el japonés Yoneshige, ante el tanzano Amo y el tunecino Baccouche, los tres en 39 centésimas y en lo que parecio una final de 100 metros: 28.55.37, 28.55.39 y 28.55.76. Los tres son unos desconocidos, y el japonés tiene como mejor marca personal 28.35.05 desde octubre de 1982. La nota exótica que siempre suele ocurrir en estas competiciones la dio el ugandés Nyamugasira, que a los. 1200 metros, cuando ya estaba a punto de ser doblado, se paró, se quitó una zapatilla; después, la otra; los calcetines, y siguió descalzo. Aburrido, no terminó la prueba, y el médico creyó oportuno examinarle, al menos los pies, pero no tenía absolutamente nada. Sólo que no le gustaba el tartan, al que no está acostumbrado. Johnson, que así se llama, tiene intención de correr en 5.000. Todo el mundo espera que no se molestará ya en llevar zapatillas.

El nivel general es muy aceptable, como lo demuestra que en un salto de altura pasaron 20 atletas la calificación de 2,16, quizá demasiado baja. Entre los finalistas estarán hombres como Ottey, Wszola, Nagel, Williams, Sevchenko o el chino Cai Shu, todos sobre los 2.30. Los primeros españoles entraron en liza ayer.

Prado no pasó de cuartos de final, donde hizo 10.87 en la peor serie, pues con sus 10.69 de la primera eliminatoria habría sido semifinalista. Pero su límite lógico estaba ahí, ante muchos hombres por debajo de los 10.50. Los mejores, el canadiense Williams, con 10.28, y los norteamericanos Graddy, 10.34 y Scott, 10.38. Todos, además, con viento contrario de más de un metro por segundo.

Hornillos, en 400, bastante hizo con pasar a semifinales, donde se quedará, al meterse entre los cuatro mejores tiempos de repesca. Fue cuarto en su serie y pasaban directamente sólo tres. Hizo 47.27. Diez hombres bajaron de los 47 segundos, entre ellos, sin forzar, o quizá sin demasiadas fuerzas, el campeón olímpico soviético Markin. Hoy el único español participante será Gimeno, en martillo.

En baloncesto, la selección femenina española fue derrotada por Yugoslavia por 101-64.

Seis fijos a Heisinki

También de los trece atletas presentes aquí, confirmó Carlos Gil, el seleccionador, que hay seis nombres fijos ya para Helsinki. Al margen de los que vayan por marcas. Son seguros los marchadores Marín, Llopart y Alcalde, y los maratonianos De la parte, Traspaderne y Ortega. A éstos se les prometió si cumplían en la Copa de Europa, y lo hicieron.Carlos Gil ha comprobado la buena elección del Comité Olímpico Español de la villa olímpica de Los Ángeles. Efectivamente, la Universidad de California del sur no es tan idílica como la de California Los Ángeles, la conocida UCLA del baloncesto, pero se está al lado de las pistas del coliseo y se evita el tráfico caótico de la ciudad olímpica.

Gimnasia

En las finales por aparatos de gimnasia femenina a Natalia Jurchenko sólo se le escapó una de las cuatro, la de suelo, justamente la que tenía más fácil después del 9,90 del primer día. Arriesgó mucho, se salió dos veces de los límites del cuadrado, cayó mal en la diagonal final, con dobles mortales ya habituales en todas las gimnastas y casi en la inicial. Las dos rumanas, Balan y Riciu se tomaron una pequeña revancha. Para esos momentos, la inexcrutable Yurchenko había ganado ya en salto, en asimétricas y en potro, y Nadia Comeneci, de la que incluso se rumoreó que podría hacer una exhibición, terminaba de comerse un helado después de hacer lo propio con una bolsa de patatas fritas. Al menos, aprovechó el tiempo.

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